Recientemente, un equipo de investigadores de Alemania publicó en la revista Scientific Reports un estudio en el que afirman haber hallado evidencias de que los perros son capaces de entender si los humanos realizamos una acción inintencionada, como pisarles una pata por accidente, o con intención.
"Nuestros hallazgos proporcionan una importante evidencia inicial de que los perros pueden tener al menos un aspecto de la teoría de la mente: la capacidad de reconocer la intención en una acción", escriben los autores del estudio, señalando que, si bien la teoría de la mente suele asociarse exclusivamente con los seres humanos, existen pruebas anteriores de que otros animales también poseen tal capacidad, como los chimpancés, los loros grises africanos y los caballos.
Para comprobar si los perros se incluían en este selecto grupo, los investigadores llevaron a cabo un experimento con 51 ejemplares y grabaron todo el proceso, que fue dividido en tres fases.
En la primera etapa, una persona le ofrecía al perro una golosina a través de un hueco en una pantalla, pero "accidentalmente" la dejaba caer y exclamaba: "¡Ups!".
En la segunda fase, el hueco de la pantalla estaba bloqueado, por lo que la persona era físicamente incapaz de atravesarlo con la mano.
Por último, en la tercera etapa, se ofrecía la golosina al animal, pero cuando este se acercaba para comerla, la persona la retiraba repentinamente de su alcance y expresaba: "¡Ja, ja!".
Según declaraciones de Juliane Bräuer, coautora del estudio y doctora del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, la idea del experimento es que "en las tres situaciones no obtienen la comida por alguna razón", y que la clave está en si eso se debe a un trato intencionado o, al menos aparentemente, inintencionado.
Tras analizar las grabaciones, el equipo descubrió que los perros esperaron más tiempo antes de caminar alrededor de la pantalla para recibir la golosina justo después de que esta era intencionalmente retirada de su alcance, a diferencia de lo que había ocurrido en las otras dos situaciones. También notaron que, en el tercer caso, los animales eran más proclives a dejar de mover la cola, así como sentarse o tumbarse.
"Esto indica que los perros, de hecho, distinguen las acciones intencionales del comportamiento no intencional", concluyen los investigadores, aunque señalan que aún se necesita más trabajo para explorar la posibilidad de que los perros hubieran aprendido previamente a no acercarse a la comida que se les retira.