Uruguay tiene prisa. El presidente de ese país, Luis Lacalle Pou, no dudó en decirlo de varias maneras durante la rueda de prensa para anunciar que había recibido una carta del Gobierno chino "aceptando avanzar en un tratado de libre comercio".
"El mundo avanza muy rápido y no nos espera, y el Uruguay hoy pasa de las palabras a la acción", dijo el mandatario, tras afirmar que un eventual acuerdo comercial con el gigante asiático es "una muy linda posibilidad".
El problema es que ese pacto bilateral podría tener otros dolientes dentro del Mercado Común del Sur (Mercosur), un bloque que integran Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina, y que en los últimos años se ha visto debilitado por la falta de consenso entre los Gobiernos que actualmente lo integran: mientras Lacalle y el ultraderechista Jair Bolsonaro pujan por la "flexibilización comercial", el izquierdista Alberto Fernández apuesta en dirección contraria.
"Un poco de incomodidad"
El martes, en una reunión con los partidos de todos los sectores políticos de Uruguay, Lacalle admitió que estaba al tanto de que la decisión podría tener reacciones negativas dentro de Mercosur. Pero no mostró intenciones de retroceder: "Si genera una incomodidad, va a ser nada más y nada menos que un poco de incomodidad".
La respuesta más esperada es la de Argentina. Aunque no hubo un pronunciamiento desde la Cancillería o la presidencia, el ministro de Desarrollo Productivo argentino, Matías Kulfas, consideró que la posición de Uruguay es incompatible con el Mercosur.
"Puede hacer un acuerdo bilateral con China por afuera del Mercosur o puede seguir en el Mercosur. La normativa del Mercosur es muy clara. Los acuerdos se hacen bloque; no se hacen de manera bilateral. Es una decisión que tomará el gobierno uruguayo y estaremos observando qué es lo que hace", dijo Kulfas, citado por La Nación.
Sin embargo, el presidente uruguayo sostiene que su país ha sido "muy transparente y muy leal" sobre sus negociaciones con China y detalló que su ministro de Exteriores le comunicó la decisión al canciller argentino, Felipe Solá. "Todo el mundo sabía cuál era el camino, se informó de antemano y se empezó a andar", apuntó.
Según Lacalle, lo único a lo que se comprometió Uruguay fue a iniciar las negociaciones, comunicar las decisiones y, eventualmente, a convocar "a los demás miembros de Mercosur para avanzar". Pero una negociación en bloque tampoco es tan fácil.
China y una negociación en solitario
El primer paso que dará Uruguay será el estudio de per-factibilidad para el establecimiento de un eventual acuerdo de libre comercio. Montevideo ha hecho énfasis en que esa cuestión es de carácter bilateral, por lo que afirma que no se requiere la aprobación de los parlamentos de los países de Mercosur para seguir adelante.
Esa postura, sin embargo, contraviene el Tratado de Asunción, que establece que toda negociación fuera del Mercosur debe ser mediante la figura del consenso entre los miembros del mecanismo de integración, una cuestión que constantemente cita Argentina para oponerse a la decisión de Uruguay de negociar en solitario.
Una de las razones de peso de esa prisa es que más del 30 % de las exportaciones de Uruguay –sobre todo de materias primas– van a China
Lacalle, mientras tanto, defiende su derecho a hablar de tú a tú con China. "Si avanzamos en conjunto, mejor, porque el Mercosur en su conjunto tiene más poder negociador que nosotros solos. Lo que no nos parece oportuno es que si los demás no avanzan, Uruguay se quede quieto".
Una de las razones de peso de esa prisa es que más del 30 % de las exportaciones de Uruguay –sobre todo de materias primas– van a China. La premisa de Lacalle es que Montevideo tendría la posibilidad de llevar sus productos al mercado asiático con preferencias arancelarias y "abrirse al mundo para generar prosperidad".
"Uruguay tiene apuro, cada día que pasa es un día perdido", insistió el mandatario, quien no perdió oportunidad para recordar que Gobiernos anteriores –como el de Tabaré Vásquez, del opositor Frente Amplio– también dieron pasos en relación a China. "No estamos inventando la rueda".
Lo que omitió decir el mandatario es que cuando Vásquez anunció una negociación con China, en 2017, él se opuso a la medida con un argumento que hoy le jugaría en contra: "Se avanza sin tener coordinado un aval explícito o implícito con los otros países miembros del Mercosur. Ustedes habrán escuchado en la campaña electoral y ahora, la famosa decisión 32 del 2000, que inhibe a los socios avanzar solos en negociación con otros países fuera del bloque".
¿Prisa por Brasil?
El otro socio de peso en el debate es Brasil. Al respecto, Lacalle adelantó que su ministra de Economía, Azucena Arbeleche, se había reunido de manera informal con su homólogo brasileño, Paulo Guedes, para comunicarle la decisión sobre China.
"Se tuvo un retorno aceptable, así que Brasil está también enterado de esta situación", apuntó el mandatario, que fue muy cauto al abordar el tema en la rueda de prensa. El exceso de cuidado tiene una razón de peso: el gigante suramericano está en víspera de una elección presidencial y, si hay un cambio de rumbo político, Uruguay probablemente perdería el apoyo del que hoy goza con Bolsonaro.
El ultraderechista, a diferencia de Fernández, ha estado de acuerdo en una política de libre mercado y, en cierto modo, ha apostado al debilitamiento de Mercosur. Por eso, Lacalle insinuó que la prisa por avanzar con China también tiene que ver con aprovechar el respaldo de su par brasileño.
"Todo proceso electoral puede sugerir un cambio, nosotros hoy tenemos determinada posición de Brasil, que no sé si va a cambiar. Sí sé que la que tenemos hoy nos sirve a los intereses uruguayos, en el caso de avanzar bilateralmente con China, con lo cual, si nos sirve ahora, aprovechemos".
Lo que puede pasar con EE.UU.
Más allá de la previsible "incomodidad" dentro del Mercosur con China, a pesar de que Paraguay se ha acercado a Pekín en el último año y ha hecho amagos de romper con Taiwán, Uruguay tampoco ignora que EE.UU. podría arrugar el ceño.
Ante esa posibilidad, el presidente uruguayo ya adelantó que el eventual acuerdo de libre comercio con China no es excluyente. "Nosotros estamos abiertos a firmar TLC con todos los países del mundo".
En un despliegue de pragmatismo político, Lacalle aseguró que su interés es "el bienestar de los uruguayos", por lo que no tendría ningún problema de avanzar en un TLC con China y, en paralelo, negociar en las mismas condiciones con EE.UU.: "Esto no es uno u otro, si son los dos, mejor".
El estudio de prefactibilidad debería estar listo a finales de año y, de aprobarse, sería el paso decisivo para un TLC con China, que no podrá negociarse en un solo período presidencial. Es por eso que Lacalle ha buscado el respaldo de todos los partidos políticos, tras comunicarles la noticia, y se prepara para un próximo debate en el Senado sobre el asunto.
De momento, la estrategia del mandatario es poner "todos los esfuerzos" en la negociación con el gigante asiático, "siempre con un ojo mirando al resto del mundo". El problema es que mientras Lacalle promete mirar en todas las direcciones, observa al Mercosur de soslayo.
Nazareth Balbás
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