El Pentágono se ha negado a comentar la reciente revelación de que un ataque suyo con aviones no tripulados en la capital de Afganistán mató no a un terrorista, sino a un trabajador humanitario afgano y varios niños. Sin dar detalles, insiste en afirmar que esa acción fue para evitar un "ataque inminente" al puente aéreo estadounidense.
Días atrás, el Ejército de EE.UU. afirmó haber matado el 27 de agosto a tres presuntos miembros del grupo terrorista Estado Islámico del Gran Jorasán, conocido también como ISIS-K, en la provincia de Nangarhar, y a un "facilitador" de dicha organización en Kabul, el 29 de agosto. El primer ataque habría sido en respuesta a los atentados del pasado 26 de agosto cerca del aeropuerto de Kabul, por el cual se atribuyó el ISIS-K la responsabilidad, mientras que el segundo, según Washington, fue para evitar un nuevo ataque con coche bomba.
Sin embargo, este lunes el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, admitió que no podía confirmar la identidad de las personas muertas por los drones, ni tampoco explicar cómo el Ejército estadounidense pudo investigar el segundo incidente sin tener presencia alguna en la zona, después que sus tropas abandonaran el país.
"La evaluación del Mando Central está en curso, y no voy a adelantarme a ello. El ataque fue llevado a cabo para prevenir un ataque inminente en el aeropuerto", insistió Kirby, sin más detalles, en respuesta a la pregunta de un periodista sobre la reciente investigación publicada por The New York Times.
El informe del diario, difundido el viernes pasado, asegura que el hombre que perdió la vida era en realidad un pacífico ciudadano afgano, identificado como Zemari Ahmadi, que trabajaba para una ONG estadounidense, y no el conductor de un coche bomba, como aseguró Washington. La acción provocó también la muerte de nueve miembros de la familia de la víctima, siete de ellos niños.
La investigación mostró que el propósito de Ahmadi, ese día, era en realidad transportar a colegas hacia y desde sus lugares de trabajo, mientras que un análisis de videos de cámaras de seguridad dejó ver que lo que cargó en su vehículo eran recipientes de agua y no explosivos. Los propios oficiales del Pentágono admitieron que en el momento del ataque no conocían la identidad del conductor, pero lo consideraron sospechoso.