Por más rígidos que sean los protocolos diplomáticos, Francia decidió cancelar una recepción ya anunciada en su embajada en Washington (EE.UU.). La determinación se produjo al poco de que EE.UU., Reino Unido y Australia establecieran una alianza trilateral, hecho que conllevó a que Canberra rescindiera un multimillonarios contrato con París para el suministro de submarinos, reportan The New York Times y CNBC.
La recepción, inicialmente prevista para este viernes, se organizaba para conmemorar el 240º aniversario de la Batalla de la Bahía de Chesapeake, donde se enfrentaron la Flota francesa y la Marina inglesa. Aunque ninguno de los dos bandos obtuvo una victoria clara, aquella contienda allanó el camino para la independencia estadounidense frente a la corona británica.
Entre tanto, otros eventos siguen en pie. Así, se programa una ceremonia de colocación de ofrendas florales en Annapolis (Maryland), y un destructor y un submarino franceses participarán en otros actos conmemorativos en Baltimore y en Norfolk.
Anteriormente, el canciller francés, Jean-Yves Le Drian, criticó la decisión de las autoridades australianas de revocar el contrato y calificó la acción como "una puñalada por la espalda".
Por su parte, la Administración Biden no informó a Francia con antelación sobre el acuerdo, sin ocuparse de su reacción. En vez de ello, Washington consideró que dependía de Canberra comunicar la noticia a París antes de que se hiciera pública, según cita The New York Times a un funcionario estadounidense que habló bajo condiciones de anonimato.
- El presidente de EE.UU., Joe Biden; el primer ministro británico, Boris Johnson; y el primer ministro de Australia, Scott Morrison, anunciaron este miércoles la formación de una nueva alianza de seguridad y cooperación en materia de defensa para el Indo-Pacífico.
- La cooperación trilateral, que llevará el nombre de AUKUS, prevé que EE.UU. ayude a Australia con tecnologías necesarias para dotarse de submarinos de propulsión nuclear.
- Un programa previo de dotación de submarinos por parte de Francia implicaba la construcción de una flota de 12 sumergibles convencionales, en el marco de un contrato multimillonario entre el país europeo y Australia, estimado en unos 66.000 millones de dólares.