Hace 1.500 años, alrededor del 539, la caldera volcánica Ilopango, ubicada en lo que hoy es El Salvador, entró en una de las mayores erupciones de la historia, conocida como 'Tierra Blanca Joven', lanzando al aire unos 45 kilómetros cúbicos de tefra (piedra pómez y ceniza) y produciendo flujos de lava que se extendieron por decenas de kilómetros.
Durante bastante tiempo se ha considerado que a causa de dicha erupción muchos de los asentamientos mayas de la región fueron abandonados, posiblemente durante siglos. Sin embargo, un nuevo estudio, publicado este martes en la revista Antiquity, sugiere que la erupción no presagiaba el fin de esa civilización, al menos no para una zona situada a solo 40 kilómetros del volcán. Por el contrario, permitió la rápida construcción de una enorme pirámide, una estructura monumental que indicaba la resistencia de quienes la construyeron.
El arqueólogo Akira Ichikawa, de la Universidad de Colorado en Boulder (EE.UU.), estudió la pirámide La Campana en el sitio arqueológico de San Andrés, en el valle de Zapotitán, y descubrió que la estructura se construyó no solo con los bloques de piedra cortada y tierra, sino también con piroclastos tan solo 5-30 años después del devastador acontecimiento, y se completó en 80 años. Sugiere que el monumento se construyó en respuesta a la erupción del volcán, que al igual que las montañas cercanas eran sagradas en la cosmovisión mesoamericana, señaló el investigador.
La Campana se asienta sobre una plataforma de casi 6 metros de altura, 80 metros de longitud y 55 metros de anchura, mientras la propia pirámide mide unos 13 metros de altura. La base también incluye cuatro terrazas y una amplia escalera central. Fue el primer edificio público erigido en el yacimiento de San Andrés tras la erupción de Tierra Blanca Joven, que habría sepultado gran parte del valle bajo casi 0,5 metros de ceniza, reza el estudio.
Ichikawa detalló a Live Science que calculó los años de la estructura a partir de muestras de carbono tomadas de diferentes materiales de su construcción, y las fechó entre los años 545 y 570. Además, agregó que La Campana es el primer monumento maya conocido que incluye tefra como material de construcción.
Los desastres naturales, como las erupciones volcánicas, suelen estar relacionadas con el colapso o el declive de las civilizaciones antiguas. Así, en el Egipto ptolemaico (305-30 a.C.), un volcán pudo haber condenado a una antigua dinastía. Sin embargo, la estructura de La Campana cuenta una historia diferente, demostrando que los pueblos antiguos eran capaces de reconstruirse desde las cenizas de la destrucción, y que eran más resistentes, flexibles e innovadores de lo que se sospechaba, concluyó el arqueólogo.
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