Las moles de cemento se miran entre sí, los pequeños balcones de los edificios en el barrio Los Perales, ciudad de Buenos Aires, se enfrentan con otros. Pegaditos, como si la unión del concreto de los más de mil departamentos sea solo una excusa, una pared fina que divide, pero no separa.
El complejo habitacional de 46 departamentos y una pileta olímpica fue construido en 1949, durante el primer Gobierno de Juan Domingo Perón, quien impulsó el programa de viviendas sociales 'Eva Perón' entre 1948 y 1954, un ambicioso proyecto de expansión urbana en la capital del país. En ese periodo, se erigieron nueve barrios con el fin de que los más vulnerables accedan a una casa digna. Y así lo hicieron.
La particular edificación, entonces, tenía un fin: que los vecinos se vuelvan una comunidad. Su identidad y cultura serían custodiadas por ellos mismos. Al contrario de los actuales proyectos inmobiliarios de la ciudad, en donde los edificios apuntan a que los inquilinos no se crucen, en Los Perales, el otro ─el de al lado─ no es un extraño: es un compañero.
Es un sábado de septiembre, el sol se enciende sobre la tarde en Los Perales. En la plaza del barrio, el ruido estridente de los timbales de cumbia pone en alerta a los vecinos. Graciela, rubia, la piel cobriza, con un vestido floreado, estira el cuello y mira sonriente desde el balcón de su departamento. Hoy se celebra 'La Cumbiera', un baile callejero y gratuito para la comunidad del complejo.
El género no es un tema menor en esta parte de la ciudad. Atraviesa a la comunidad de forma intrínseca. "Un día sin cumbia es un día perdido", le dice Marcelo a RT. Tiene 48 años, nació en este lugar. "Y acá me voy a morir", agrega. "Si alguien viene y me ofrece mucha plata para irme de mi casa, no lo hago. Decime qué barrio tiene una pileta propia gratis, espacio verde, biblioteca y un estadio de fútbol". La cancha a la que se refiere el 'peralista' es la de Nuevo Chicago, un histórico equipo de fútbol argentino a unas cuadras del complejo.
El arte también resalta entre las paredes de Los Perales. El nombre aparece desplegado en varios grafitis, vinculados a movimientos urbanos como el hip-hop. Pero esa leyenda no es la única que se ilustra entre los edificios. Hay al menos ocho retratos de vecinos que fallecieron y fueron eternizados por la propia comunidad. "No hagas alianzas con el dolor", reza la foto de 'El Tuti'. "Que estés sonriendo", fue el homenaje a Marcela. "De la nada a la gloria me voy", pintaron en el mural de 'Manano'.
"Los lazos que se tejen entre los vecinos son muy fuertes", explica Pablo, encargado de la biblioteca del barrio. "Acá los chicos están todo el día jugando en la calle, se sienten seguros. Crecen juntos y eso te va hermanando". Muchos de los retratos que aparecen fueron jóvenes víctimas del gatillo fácil y la violencia institucional. "Intentamos cuidarnos siempre entre nosotros, la solidaridad que hay acá es mucha", destaca Pablo.
La historia del complejo habitacional con las fuerzas de seguridad no es nueva. Cuando el líder justicialista, Juan Domingo Perón, fue derrocado en 1955 comenzó un proceso de 'desperonización' en el país que incluyó la proscripción del movimiento, la persecución de personas y los fusilamientos clandestinos. También se hicieron cambios en los nombres de los barrios 'obreros', como le ocurrió a Los Perales, que pasó a llamarse Manuel Dorrego, en honor a un militar y político de la Provincia de Buenos Aires del siglo '19. Con la llegada de la última dictadura, en 1976, los inquilinos volvieron a sufrir nuevas persecuciones por su ideología. Recién en 2015, tras una iniciativa legislativa impulsada por los vecinos, recuperaron su identidad.
La plaza empieza a poblarse. El grupo 'Karicias' se presenta hoy, el escenario de 'La Cumbiera' está listo. Por los parlantes, la previa es con canciones históricas de la movida tropical local. Las familias bajan de los apartamentos, se sientan sobre el pasto brillante. Susana, sin embargo, simplemente se acoda sobre el balcón compartido que tiene fuera de su casa, un pasillo largo y ancho que comprende a cuatro viviendas con vista hacia la plaza. "Ya nos acostumbramos a estar tan pegados", dice.
El hecho de que varias familias compartan un mismo espacio en común tiene sus beneficios. Cuando estalló la pandemia el año pasado, la proximidad de los hogares permitió una asistencia mayor a quien lo necesitaba. "Si a alguien le faltaba algo, se lo ayudaba rápido. También sirvió para que no nos sintiéramos tan solos con el encierro", recuerda la vecina.
El sol decae con pesadumbre, 'Karicias' ensaya sobre el escenario. "Esto es lo que se conoce como un vacilón", dice Martín Roisi, uno de los organizadores de 'La Cumbiera'. "Es cuando el verdadero espectáculo lo hace el barrio. Ahí se rescatan los valores culturales más arraigados de las clases populares porque la cumbia es eso. Puede haber estilos nuevos, pero su raíz popular es permanente", asegura Roisi.