La Fuerza Aérea de Estados Unidos realizó las últimas pruebas de vuelo del caza furtivo F-35A Lightning II lanzando una réplica de la bomba termonuclear B61-12. Los ensayos se llevaron a cabo como parte de los preparativos para la certificación de la aeronave como un avión de combate de doble uso que puede portar armas tácticas y estratégicas.
Tras la finalización de las pruebas, el F-35A se convertirá en la primera plataforma de quinta generación compatible con ese tipo de armamento, según un comunicado del Pentágono emitido el 4 de octubre.
El programa preveía desde su inicio que los F-35A, al igual que los cazas F-16 de la época de la Guerra Fría, fueran capaces de portar armas atómicas, con la novedad de que puedan arrojarlas desde el compartimiento interior de la aeronave.
Esta característica los distingue de los cazabombarderos de cuarta generación, que también eran capaces de lanzar artefactos nucleares, pero solo desde sus pilones externos.
La versión moderna de la B61 lleva sus propios motores incorporados y consta de un sistema de guiado instalado en la cola que contiene un subsistema de navegación inercial asistido por GPS.
Además de para los F-35A, se espera que en el futuro la bomba B61-12 sea certificada para su uso desde los cazabombarderos F-15E, F-16C/D y F-16 MLU, los cazas europeos Panavia Tornado PA-200 (desarrollados durante la Guerra Fría), así los bombarderos sigilosos B-2 Spirit y los futuros bombarderos B-21 Raider.