A lo largo de los últimos tres años, un equipo internacional de científicos estuvo estudiando un trozo de ámbar de 100 millones de años de antigüedad, recuperado en las selvas de Myanmar, e intentando resolver un rompecabezas: ¿qué hacía allí atrapado un cangrejo?
Finalmente, los investigadores llegaron a la conclusión de que se trata del cangrejo de aspecto moderno más antiguo jamás hallado. El animal, de unos cinco milímetros, es el primero que se encuentra en un trozo de ámbar de la era de los dinosaurios, y se le considera la prueba más antigua de las incursiones de los braquiuros, conocidos también como 'cangrejos verdaderos', en entornos no marinos, reza un estudio publicado este miércoles en la revista Science Advances.
Los registros fósiles anteriores sugerían que los cangrejos no marinos llegaron a la tierra y al agua dulce hace entre 75 y 50 millones de años. El reciente descubrimiento hace retroceder esta hipótesis hasta hace al menos 100 millones de años.
"En cierto modo, es como encontrar una gamba en el ámbar", explicó en un comunicado Javier Luque, del Departamento de Biología Organísmica y Evolutiva de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y autor principal de la investigación. "Habla de un lugar equivocado en momento equivocado", agregó.
"Si reconstruyéramos el árbol de vida de los cangrejos, es decir, un árbol genealógico, y realizáramos un análisis molecular del ADN, la predicción sería que los cangrejos no marinos se separaron de sus ancestros marinos hace más de 125 millones de años", detalló el biólogo. "Pero hay un problema, porque el registro fósil real –el que podemos tocar– es muy joven, de 75 a 50 millones de años. Así que este nuevo fósil y su edad, de mediados del Cretácico, nos permite cubrir la brecha entre la divergencia molecular predicha y el registro fósil real de los cangrejos", agregó.
Utilizando escáneres micro-TC, el equipo pudo ver con gran detalle tejidos delicados como las antenas, las patas y las piezas bucales del animal, revestidas de finos pelos, así como los grandes ojos compuestos e incluso sus branquias. No faltaba ni un solo pelo, dijeron los científicos.
El fósil fue bautizado como 'Cretapsara athanata', "el inmortal espíritu cretáceo de las nubes y las aguas". El nombre hace honor a su edad y a los espíritus mitológicos del sur y el sudeste asiático, donde fue encontrado en el 2015 por un grupo de mineros.
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