Un estudio publicado en la revista Nature Human Behavior en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) reveló una nueva visión sobre la relación entre las civilizaciones mesoamericanas de los mayas y los olmecas tras descubrir 478 centros ceremoniales antiguos escondidos bajo el paisaje del sur del México actual.
Los hallazgos arqueológicos se registraron en los estados de Veracruz y Tabasco gracias al uso de tecnología de mapeo láser aerotransportado, o LIDAR (por sus siglas en inglés), que escanea el terreno con láseres detectando estructuras arqueológicas tridimensionales enterradas bajo la vegetación.
La mayoría de estos nuevos descubrimientos que se cree se construyeron entre los años 1.050 a.C a 400 a.C., tiempo antes del período Clásico Maya, presentan en sus estructuras un patrón de plazas rectangulares, tales como el hallado en el sitio Aguada Fénix en el año 2020, sin embargo, son mucho más pequeños.
Según los investigadores, un diseño nunca antes visto en la antigua ciudad olmeca de San Lorenzo, la más antigua, que data de alrededor de 1.150 a.C., puede verse como un motivo recurrente en estructuras posteriores construidas por los mayas adoptando su "plantilla espacial".
Además de analizar los datos del LIDAR, el grupo también realizó observaciones preliminares en tierra en 62 de los sitios, que se cree eran utilizados como espacios rituales donde la gente se reunía y veía procesiones.
El hallazgo sugiere que los procesos rituales involucraban conceptos cosmológicos ligados a los movimientos de las estaciones. "Los ejes este-oeste de algunos complejos estaban orientados hacia las direcciones de la salida del Sol en fechas específicas. Los centros fueron, probablemente, las primeras expresiones materiales de los conceptos básicos de los calendarios mesoamericanos", explican los expertos.
El calendario que parecía importante en la construcción de estos sitios apunta al 'Tzolk'in', de 260 días, utilizado para la programación de los rituales religiosos. Esta versión usaba ciclos repetidos de 20 para contar los días.
Si bien se sabe que San Lorenzo tuvo una organización jerárquica, como lo demuestran sus esculturas de cabezas colosales, los constructores de los sitios estandarizados probablemente no tenían una marcada desigualdad social y tuvieron un cierto nivel de movilidad, agrega el estudio.
En conclusión, la investigación señala que la relación entre mayas y olmecas no constituía una subordinación de la primera cultura con la segunda, sino más bien que algunos elementos olmecas "fueron adoptados por los centros mayas posteriores, proporcionando una base importante para esta civilización".