Comenzó a responder con un "miau" y después no paró de maullar. Así, el ingeniero israelí Gilad Pereg fue desalojado este martes de la sala en la que se lleva a cabo el juicio en el que está acusado por el femicidio de su madre y de su tía, quienes fueron asesinadas a principios de 2019 en la provincia argentina de Mendoza.
"Señor Gilad Pereg, ¿este es su nombre?", le preguntó la jueza Laura Guajardo al hombre de 40 años, delgado, de abundante cabellera, barba y bigotes negros, y que ingresó a la audiencia vestido con una camiseta roja y custodiado por dos policías.
"Miau", contestó mirando al frente y con las manos esposadas. Entonces Guajardo le recordó que, antes de entrar ya le había advertido que se comportara con silencio y con decoro. Pero el acusado se limitó a emitir maullidos de manera ininterrumpida, en medio del estupor de la audiencia.
La jueza les pidió a los policías que lo llevaran a una sala contigua para que no interrumpiera más un proceso que se lleva a cabo en el Polo Judicial de Mendoza, y en el que un jurado popular integrado por 12 ciudadanos dictará su sentencia el próximo 3 de noviembre.
Pereg está acusado del delito de homicidio agravado contra su madre Pyrhia Saroussy, quien tenía 63 años al momento del crimen; y de homicidio simple agravado de Lily Pereg, su tía, que tenía 54.
Ambas viajaron de Israel a Argentina para visitarlo en Mendoza, en donde residía. Lo encontraron viviendo en una vivienda precaria colmada de perros y decenas de gatos. El 12 de enero de 2019, las hermanas fueron vistas por última vez. Dos semanas más tarde, sus cuerpos fueron encontrados enterrados en el predio de la casa. Estaban mutilados. Para ocultarlos, el feminicida los había cubierto de tierra y piedras.
"No se dejen engatusar"
Desde el principio de la investigación, Pereg dijo que era un gato. Entre sus conductas felinas, a veces hasta arañaba a los guardias. Con el paso de los meses, incluso dejó de hablar y se limitó a maullar, como hizo este martes en el juicio. Por eso permanece internado en un hospital siquiátrico.
Pero su estado mental está a debate, ya que de ello depende que lo consideren inimputable o que sea condenado. "No se dejen engatusar, ladren más fuerte", les pidió el fiscal Fernando Guzzo a los jurados, a tono con la autopercepción del acusado.
"Compórtense como humanos y no ladren como perros", reviró el defensor Maximiliano Legrand.
Durante los primeros meses de su detención, el psiquiatra forense Mariano Narciso Castex concluyó que el acusado padece de licantropía, un trastorno asociado a la esquizofrenia, a través de la cual un ser humano se considera un animal.
Sin embargo, los detractores de Pereg creen que solo está fingiendo para evitar la cárcel. El jurado tendrá la última palabra.