Militares polacos recurrieron este lunes a los gases lacrimógenos y a la presión psicológica contra los refugiados, la mayoría kurdos, que se concentran en su frontera, donde se oyeron disparos en medio del despliegue de material bélico, informó el servicio fronterizo de Bielorrusia, en medio de la crisis migratoria entre los dos países.
"El grupo de refugiados, kurdos en su mayoría, permanecen concentrados frente al vallado polaco. Han acampado en la frontera y actualmente no emprenden ningunas acciones agresivas. El estado físico y moral de estas personas es extremadamente duro y deprimido. No les alcanza el agua ni los comestibles. El campamento no tiene ni las condiciones mínimas para la higiene cotidiana", comunicó el Comité Fronterizo de Bielorrusia.
La situación se ve agravada por la presencia de una significativa cantidad de mujeres embarazadas y con bebés, que tienen que dormir a la intemperie mientras las temperaturas se acercan a cero, sostiene el servicio.
"Algunos refugiados se sienten mal tras el uso por la parte polaca de gases lacrimógenos. Para presionarles psicológicamente, los militares polacos utilizaron altavoces, cañones de luz y estroboscopios a lo largo de la noche. Se oyeron también disparos desde el territorio colindante", reza el mensaje.
Las imágenes divulgadas por el servicio muestran un helicóptero sobrevolando la concentración de refugiados en la frontera, así como nubes de gas y vehículos militares en la zona.Uniformados polacos han formado una fila frente al campamento y han desplegado vehículos, incluidos militares.
La mañana de este martes, Polonia cerró de manera unilateral el paso fronterizo automotriz de Kúznica, una medida que el Comité Fronterizo de Bielorrusia sugiere que va destinada a prevenir la divulgación de videos sobre la situación en la frontera.
El servicio bielorruso no excluye la posibilidad de provocaciones por parte de los uniformados polacos para justificar el uso de fuerza contra los refugiados de Oriente Medio y África que buscan asilo en la Unión Europea.
Polonia y otros países acusan a Bielorrusia de crear esta crisis fronteriza, que se prolonga ya dos meses, tras suspender los acuerdos de readmisión de migrantes que tratan de entrar en la UE, en medio del empeoramiento de relaciones entre Minsk y Bruselas. Varsovia ha desplegado a miles de militares en la frontera, ha levantado vallados adicionales y ha impuesto el estado de emergencia en la frontera.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo un llamamiento este lunes a favor de imponer nuevas sanciones contra Minsk por, supuestamente, "instrumentalizar" por razones políticas la crisis en la frontera con Polonia, que calificó de "ataque híbrido".
Por su parte, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, comentó este martes la crisis migratoria, recordando las raíces del problema.
"Se origina [la crisis] en la política que los países occidentales, incluidos los miembros de la OTAN y la UE, llevan muchos años realizando en Oriente Medio y el norte de África, tratando de imponerles una vida mejor conforme a los patrones occidentales", dijo.
Lavrov recordó que esa política occidental causó "flujos de refugiados sin precedentes", desde Irak, Libia y Siria, entre otros países, por lo que la responsabilidad por la normalización de la crisis recae en "aquellos que crearon las condiciones para que se desatara".
"Creo que la resolución de estos problemas debe basarse en el acato de las normas de derecho internacional", indicó.