Sergio Moro, el exjuez de 'Lava Jato', la mayor operación anticorrupción de la historia de Brasil, vuelve al ruedo mediático, pero esta vez como miembro de un partido político y como probable rival en las próximas elecciones de sus dos principales enemigos: el mandatario, Jair Bolsonaro, y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
En su acto de afiliación al partido derechista Podemos, celebrado este miércoles en Brasilia, Moro, que acaba de regresar de EE.UU. donde trabajó durante los últimos meses para una consultora, no desveló si será candidato a la presidencia o a un escaño en la Cámara de Diputados, pero muchos dan por seguro que intentará llegar al Palacio del Planalto, la sede de la Presidencia, en octubre de 2022.
Su discurso –en el que se escucharon gritos como "Brasil hacia adelante, Moro presidente"– tuvo aires de precampaña y estuvo plagado de guiños para conformar una propuesta que encaje en una tercera vía frente a la polarizada disputa entre Bolsonaro y Lula.
"Si fuese necesario que asuma ese proyecto, sepan que estoy a disposición. No huiré de esta lucha, aunque sé que será difícil", espeto en el evento cuyo lema fue 'Por un Brasil justo para todos'.
"Parcialidad de Moro"
El exjuez y exministro de Justicia, de 46 años, que nació en Maringá, en el estado de Paraná (en el sur de Brasil), ganó notoriedad como magistrado de 'Lava jato', una operación en la que se destapó un entramado de sobornos multimillonarios, dentro y fuera del país, a cambio de adjudicaciones de contratos de obras públicas a través de la petrolera estatal Petrobras.
Moro mandó a prisión a constructores, políticos y empresarios por crímenes de corrupción, lavado de dinero y organización criminal. Pero su nombre se catapultó cuando envió a la cárcel a Lula, quien pasó 580 días preso.
El juez abandonó su puesto tras aceptar una invitación de Bolsonaro para dirigir el Ministerio de Justicia, cargo al que renunció en abril de 2020, no sin antes acusar al mandatario de interferir en la Policía Federal para proteger a su círculo cercano. Unas acusaciones por las que el ultraderechista es investigado y ha llegado a declarar personalmente ante la Policía Federal.
Durante su etapa como ministro de Justicia, el portal The Intercept Brasil difundió una serie de conversaciones que demostraron que actuó con parcialidad en la condena contra Lula y que interfirió en la elección de Bolsonaro.
Un magistrado de la Corte Suprema anuló después las condenas contra el líder del Partido de los Trabajadores (PT) al invalidar las pruebas recogidas por Moro.
Lula, que siempre sostuvo que fue víctima de una persecución, recuperó sus derechos políticos y, aunque todavía no ha confirmado su candidatura, a día de hoy lidera todas las encuestas. Un último sondeo indica que el petista ganaría las elecciones con el 48 % de los votos, mientras que Bolsonaro obtendría un 21 % y Moro un 8 %.
Tanto Bolsonaro como Lula acusan a Moro de actuar durante toda su carrera con objetivos electorales. Él, sin embargo, no se cansó de repetir que "jamás" entraría en política. "Nunca, nunca. Soy un hombre de justicia y, sin ningún demérito, no soy un hombre de política", afirmó en una ocasión.
El miércoles, en una entrevista, Bolsonaro aseguró que Moro "siempre tuvo intenciones políticas. Nada en contra, pero lo hacía de forma camuflada". "¿Cómo puede una persona renunciar a 23 años de la judicatura para ser ministro, sabiendo que al día siguiente lo pueden despedir y tirarlo todo? Poco a poco reveló que tenía un proyecto", matizó el presidente.
Marta Miera
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