El magnate estadounidense Jeffrey Epstein, que se suicidó en su celda en agosto de 2019 mientras se encontraba a la espera de juicio por tráfico sexual de menores, había asegurado a un psicólogo de la cárcel que era demasiado "cobarde" como para quitarse la vida, informa el diario The New York Times, que ha tenido acceso a informes sobre dicha persona de la Oficina Federal de Prisiones de EE.UU.
Durante las semanas previas a su muerte, Epstein dijo estar viviendo una "vida maravillosa", negando reiteradamente cualquier pensamiento de suicidarse. No obstante, también insinuaba estar cada vez más abatido por las dificultades para adaptarse a su nueva realidad, falta de sueño e incapacidad para tolerar el ruido en la prisión, entre otras cosas.
Pasó muchos días encerrado en una sala de conferencias con sus abogados, evitando los confines de su celda húmeda y sucia. En conversaciones con psicólogos y otros reclusos, habló de su interés por la física y las matemáticas, e incluso ofreció algunos consejos sobre inversiones, señalan los documentos. Además, recordaba sobre cómo socializaba con celebridades, mientras se quejaba del baño en su celda, del atuendo naranja de la prisión, su dificultad para dormir, deshidratación y entumecimiento en uno de sus brazos.
Primer intento de suicidio
El 23 de julio de 2019, Epstein fue encontrado inconsciente en su celda en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan con marcas en el cuello. Esto ocurrió luego de que le denegaran otra solicitud de libertad bajo fianza y se hiciera evidente que era poco probable que regresaría a su vida anterior en el corto plazo.
Tras ese primer intento de quitarse la vida, en las sesiones con los psicólogos el magnate volvió a negar tener pensamientos suicidas. Sin embargo, el 10 de agosto fue encontrado con una sábana atada al cuello, y declarado muerto poco después.
Según The New York Times, los registros no respaldan las teorías de que la muerte de Epstein no fue un suicidio. Pero sí reflejan un cuadro de "incompetencia y descuido por parte de algunos funcionarios dentro de la Oficina Federal de Prisiones". Entre otras cosas, el personal de la cárcel dejó al magnate solo la noche previa al suicidio, pese a que había una directiva explícita de que se le asignara un compañero de celda.
Una reconstrucción psicológica sobre Epstein hecha tras su muerte, concluyó que su personalidad "parecía basarse en su riqueza, poder y relación con otras personas de alto perfil". "La falta de conexiones interpersonales importantes, una pérdida total de su estatus tanto en la comunidad como entre los allegados, así como la idea de potencialmente pasar su vida en prisión", fueron factores "probables que contribuyeron al suicidio", evidenció el informe.