A la caza de los moderados o el abismo de la abstención: las dos teorías que pondrán a prueba las presidenciales de infarto en Chile
La segunda vuelta de las presidenciales chilenas, que se celebrará el próximo domingo, se ha convertido en la más infartante desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.
Que la justa se realice entre un ultraderechista hijo de un fascista alemán, José Antonio Kast, y un izquierdista del mundo estudiantil, Gabriel Boric, pone más picante a la nueva realidad política chilena que está por nacer; y se iniciará a partir de los resultados del esperado hito de la segunda vuelta presidencial.
De momento, ya hay elementos para analizar que ayudarán a entender el resultado que vendrá, sea cual sea.
Los datos que produjo la primera vuelta parecen indicar que ganará quien pueda mover a los abstencionistas, que llegaron al 53 % en ese evento. El descrédito del sistema político chileno pesa en la balanza.
Lo primero que hay que reconocer es que la derecha se ha rearticulado electoralmente después de parecer tremendamente debilitada, luego de los referendos y la elección relacionados con la convención constituyente.
Sin embargo, al finalizar la campaña, y según casi todos los sondeos, Boric es considerado el candidato favorito. Su triunfo no representaría ninguna sorpresa.
No obstante, cabe advertir que la foto electoral de la primera vuelta permite otra interpretación, y no tanto porque Kast haya aventajado por dos puntos a Boric (27 % y 25 % respectivamente): los candidatos que llegaron de tercero y cuarto, Franco Parisi –con 12,8 %– y Sebastian Sichel –con 12,7 %–, así como sus bases electorales, se aproximan de manera natural al candidato ultraconservador.
En otras palabras, si se diera una suma hipotética de los resultados de estas candidaturas con la de Kast, en conjunto esta superaría la mitad de los votantes de la primera vuelta; pero no todo resulta tan redondo, porque el rechazo que produce Kast y su relación con la dictadura puede mover amplios sectores abstencionistas.
La candidata que se posicionó en quinto lugar, Yasna Provoste, con 11,6 % de los votos, ha apoyado a Boric, pero no es del todo seguro que sus votos vayan a él. A las bases del partido de la Democracia Cristiana, a la que pertenece, les puede parecer tan aterrador un viraje radical a la izquierda como un personaje de derecha radical. Así, habrá que esperar los resultados para comprobar el comportamiento de este sector.
La pelea por los electores moderados parece ser determinante, por lo que ambos candidatos han atemperado sus discursos y saben que el miedo puede movilizar más que la esperanza de un cambio.
Lo que sí es cierto, y es posible que sea definitorio y corrobore las encuestas, es que posiblemente Kast produzca más miedo que Boric en los sectores moderados que temen la profundización del conflicto, en un país que tiene un conocido pasado dictatorial. Y eso puede inclinar la balanza.
La pelea por los electores moderados parece ser determinante, por lo que ambos candidatos han atemperado sus discursos y saben que el miedo puede movilizar más que la esperanza de un cambio, al menos tal como se sintió durante el estallido de 2019.
El legado de Pinochet
Recordemos que en la sociedad chilena, después de la dictadura, la abstención ha sido muy alta y hay un enorme distanciamiento de la política de los grandes sectores sociales. La abstención en la primera vuelta de las presidenciales fue de 53 %, una cifra muy similar a la primera vuelta de 2017. Tomando en cuenta la agitación política de estos años en Chile, este dato produce asombro. El enconado debate político parece no trascender a las urnas.
Por ello, el miedo funciona como aspiradora de rechazo del oponente más que de adhesión a una propuesta. Quien movilice a sectores abstencionistas puede terminar ganando e, incluso, sorprendiendo por la cantidad de votos conseguidos, ya que en comparación a la primera vuelta aún hay muchos electores y mucho terreno por conquistar.
Dos teorías a prueba
Hay dos teorías que van a ponerse a prueba en esta cita.
Por un lado, la que dice que quien conquista a los moderados gana. Desde esta visión, tomar el centro político es definitorio, y Boric ha hecho un buen trabajo de conquista en este sentido, atemperando no solo su discurso sino también la oferta política de toda la izquierda.
Por el otro, la teoría de "la campaña electoral ha terminado" de Paul Lazarsfeld, según la cual los electores finalmente terminan desplazándose hacia su campo habitual, es decir, hacia lo que piensa su clase y su entorno. Con lo cual, una abstención similar a la de la primera vuelta podría otorgar la victoria a Kast si se aplica la sumatoria de los votantes de los candidatos que quedaron en tercer y cuarto lugar, todos de derecha.
Lo que es paradójico es que después de la polarización que logró el estallido, de cuyo proceso surge la candidatura de Boric, su triunfo solo se vea posible gracias al apoyo de la clase tradicional política chilena.
Otro sector que podría sumársele a este enfoque es el de de mujeres cercanas al voto de derecha, que rechazaron votarle en la primera vuelta debido a su machismo, en lo que se ha llamado una "subrepresentación entre las mujeres", pero que en balotaje pueden terminar privilegiando el tema clase y dándole el voto a Kast a última hora por presión familiar o laboral.
De la misma forma, el candidato Parisi recogió una gran votación en el norte del país con su discurso contra los migrantes, uno muy similar al de Kast.
El camino de Boric
Ante la nueva realidad que mostró la primera vuelta, Boric se ha corrido hacia el centro, ganando el apoyo de los políticos tradicionales y sus partidos: los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, la Democracia Cristiana, etc.
En medio de una disputa entre el miedo a la "venezolanización" de Chile y el miedo a la vuelta del pinochetismo, Boric se desplaza con confianza hacia el mundo de los moderados.
Lo que es paradójico es que después de la polarización que logró el estallido, de cuyo proceso surge la candidatura de Boric, su triunfo solo se vea posible gracias al apoyo de la clase tradicional política chilena. Los líderes históricos de la democracia tutelada fueron los perdedores de la primera vuelta y ahora muchos de ellos han apoyado a Boric. En cambio, la fórmula de Kast fue exitosa en primera vuelta jugando a la polarización.
Por eso no puede confundirse centro político con abstencionismo. Una alianza con los sectores institucionales o moderados puede empujar a los votos del malestar no hacia la propuesta más "templada", sino hacia quien polarice más y robe a los anti status quo, es decir, utilice el método populista de interpelación contra el 'establishment'. Este discurso puede movilizar sectores abstencionistas y allí tiene su potencial. Boric ha preferido otra estrategia más potable, y está por verse si esto entusiasma a los abstencionistas o le resulta suficiente para ganar entre los "sensatos" que no votarían por un Pinochet civil.
El resultado del domingo cierra un ciclo en Chile y abre uno nuevo, que tendrá un fuerte impacto en toda América latina.
Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
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