Un grupo de investigadores liderado por la astrofísica Sara Seager, profesora de ciencias planetarias del Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE.UU.), sugiere en un estudio publicado este lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences que el amoníaco contenido en las nubes venusianas puede hacer apto para la vida a este planeta abrasador.
El año pasado, la científica participó en otro estudio que, por primera vez, planteó la posibilidad de habitar algún día Venus después de detectar gas fosfano en su atmósfera, que en pequeñas cantidades se puede producir naturalmente como resultado de la degradación de materia orgánica.
"Fue bastante controvertido, pero llamó mucho la atención sobre Venus", contó Seager a Inverse.
Venus es el segundo planeta más cercano al Sol, pero el más caliente de nuestro sistema, con temperaturas de hasta 480 grados centígrados, aunque en términos de tamaño, masa y densidad se parece mucho a la Tierra. La atmósfera de Venus está formada principalmente por dióxido de carbono y atrapa el calor, como ocurre actualmente con los gases de efecto invernadero en nuestro planeta.
Sin embargo, los científicos depositan su esperanza en las nubes venusianas, ya que sus temperaturas son más soportables, y la potencial habitabilidad del planeta puede originarse en las gotas de líquido de las que estas se componen.
Mientras algunos autores del estudio publicado en 2020 quisieron seguir investigando la posibilidad de que las nubes de Venus pudieran ser habitables, dejando de lado las investigaciones relacionadas con el fosfano, el equipo de Seager creó un modelo químico de la atmósfera venusiana suponiendo que el planeta posee una forma de vida que genera el gas de amonio, producido naturalmente por la putrefacción de plantas y animales.
Aunque los científicos no están seguros del origen del amoníaco venusiano, sugieren que puede ser el resultado de procesos biológicos, que también explicarían la presencia de oxígeno en la atmósfera, detalla Inverse.
"Una consecuencia realmente agradable de ello [la presencia de amoníaco] es que algunas de las gotas de las nubes de Venus fueran más habitables de lo que se pensaba", explicó Seager. La mayoría de estas partículas están hechas de ácido sulfúrico, una sustancia peligrosa y tóxica para la vida terrestre. Pero si el nuevo modelo es correcto, algunas de las gotas, tal vez, no son tan ácidas como el ácido sulfúrico puro y concentrado.
A pesar de que el reciente estudio no aporta ninguna prueba de vida en Venus, es un paso importante para descifrar los misterios del planeta y evaluar su potencial para ser habitable.
"No afirmamos que haya vida en Venus. Solo estamos planteando una hipótesis", aclaró la astrofísica. "Y en un futuro muy lejano, si todo va bien, podremos intentar traer a la Tierra una muestra de nube para buscar la propia vida", agregó.