Si bien las ballenas son ahora los animales más grandes del planeta, no siempre fue así. Un nuevo estudio ha demostrado que un enorme réptil marino que dominaba los océanos en la época de los dinosaurios experimentó una rápida evolución de su tamaño hasta alcanzar el de los cetáceos.
En el estudio, publicado el pasado jueves en la revista Science, los científicos analizaron un fósil de ictiosauro descubierto en las montañas del noroeste de Nevada (EE.UU.) y descubrieron que se trataba de una nueva especie, el Cymbospondylus youngorum, cuyos restos se remontan al período Triásico medio (hace 247-237 millones de años).
Basándose en el hocico alargado y los dientes cónicos, los científicos afirman que el C. youngorum pudo haber depredado calamares y peces, y que también pudo ser cazador de reptiles marinos más pequeños.
Solo el cráneo del C. youngorum mide casi dos metros, lo que significa que el ictiosauro podría alcanzar proporciones similares a las de un rorcual adulto, una de las ballenas actuales más grandes, con más de 17 metros.
Según el equipo liderado por Martin Sander, del Museo de Historia Natural de Los Ángeles, la nueva especie evolucionó tan solo 2,5 millones de años después del Cartorhynchus, el pariente más antiguo del ictiosaurio, cuyo tamaño era similar al de un computador portátil.
Si bien tanto las ballenas actuales como los ictiosaurios han evolucionado hacia tamaños corporales muy grandes, sus respectivas trayectorias evolutivas hacia el gigantismo fueron diferentes. Mientras que las ballenas tardaron cerca del 90 % de sus 55 millones de años de historia en convertirse en los gigantes oceánicos, los ictiosaurios demoraron menos del 1 % de sus 150 millones de años de evolución en conseguirlo.