Para establecer quiénes vivieron en una cueva en los tiempos prehistóricos, la ciencia moderna ya no tiene que encontrar en sus interiores esqueletos o huesos enteros. Son suficientes unos fragmentos microscópicos de tejido óseo o heces, siempre que hubieran estado incrustados en una resina plastificada, la sustancia que preserva los genes del antiguo inquilino, según comunicó el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, con sede en Leipzig (Alemania).
Una colaboración internacional que incluye a varios científicos germanos y otros de Australia, Portugal y Rusia ha podido identificar múltiples especímenes por el ADN humano y animal de las muestras sólidas de sedimentos recabadas hace años en la cueva Denísova (sur de Siberia, Rusia). Parte de este material génico pertenece a los humanos modernos y es fruto de la contaminación moderna, pero unos pocos miligramos de sedimentos contienen también numerosos restos de ADN de neandertales.
"La recuperación de ADN antiguo humano y de fauna desde los sedimentos ofrece nuevas y emocionantes oportunidades para investigar la distribución geográfica y temporal de humanos antiguos y otros organismos en sitios donde sus restos esqueléticos son raros o están ausentes", explicó el antropólogo Matthias Meyer para el comunicado del Instituto Max Planck, emitido el 27 de diciembre.
Su colega Diyendo Massilani pudo identificar el sexo de los especímenes por su ADN y demostró que pertenecían a una población relacionada con el neandertal cuyo genoma fue reconstruido hace varios años a partir de un hueso descubierto en la cueva. "El ADN neandertal en estas pequeñas muestras de sedimento incrustadas en plástico estaba mucho más concentrado de lo que normalmente encontramos en el material suelto", dijo este autor principal de la investigación sobre el nuevo método.
Massilani espera que este enfoque propuesto permita en el futuro analizar los genes de muchos individuos diferentes a partir de una pequeña muestra de sedimentos.
La presencia de resina fue clave para identificar a los habitantes cavernícolas, puesto que las pequeñas partículas orgánicas producían más ADN que los sedimentos muestreados al azar. Esta clase de secuenciación múltiple fue aplicada asimismo al suelo traído de una docena de otros sitios arqueológicos de África, Asia, Europa y América del Norte y demostró su eficiencia en 23 de un total de 47 muestras. No obstante, ningún espécimen traído desde asentamientos de homínidos en África, EE.UU. o Israel ofreció el número requerido de ácidos desoxirribonucleicos.
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