Madrid se ha convertido en una excepción entre las capitales europeas por las celebraciones de entrada del año 2022. Hasta 7.000 personas se congregaron en la Puerta del Sol para escuchar las 12 campanadas, mientras que unas 10.000 se reunieron en el interior de discotecas diseminadas por toda la región.
Este panorama se dio a pesar de las cifras récords de contagios de coronavirus durante todo el mes de diciembre. El pasado jueves, el Ministerio de Sanidad comunicó que España alcanza una incidencia acumulada (IA) de casi 1.800 casos por cada 100.000 habitantes durante las últimas dos semanas, y que se habían registrado más de 160.000 contagios en tan solo 24 horas.
La Comunidad de Madrid no es una excepción en este escenario, ya que incluso supera la media nacional. Los últimos datos indican que la región tiene una incidencia acumulada de 2.426 casos, con el 11,19 % de las camas de sus hospitales ocupadas por pacientes covid, así como el 19,96 % de las de unidades de cuidados intensivos.
Las franjas de edades en las que se está detectando un mayor número de casos es la que abarca entre los 20 y los 29 años, y la de entre 30 y 39 años. La IA del primer tramo es de 2.484 y la del segundo es de 2.033 a nivel nacional.
En la región madrileña las tasas son aún mayores: 3.797 casos cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas para los veinteañeros y 3.099 para los treintañeros. Precisamente, el público potencial de los macroeventos de estas fechas.
Canceladas fiestas menores y luz verde a las más masivas
El miércoles de la semana pasada, dos días antes de Nochevieja, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció que no se celebraría ninguna macrofiesta en la región. En total, cinco festejos se caían del cartel: cuatro no conseguían autorización por no tener un plan de contingencia anticovid y una había sido suspendida por los organizadores ante el escenario de aumento de contagios. Estaba previsto que a cada una de ellas acudieran entre 500 y 1.000 personas.
Sin embargo, este anuncio llevó a la confusión. Las únicas que se cancelaron fueron las fiestas extraordinarias, es decir, las que se celebran en lugares cuya función no es la celebración de este tipo de eventos y que, por lo tanto, necesitan autorización. Otros años, el número de solicitudes se elevaba hasta 60 o 70, mientras que este año han sido anecdóticas.
Sin embargo, todas las fiestas organizadas en discotecas o recintos cerrados dedicados a estas celebraciones, y que, por tanto, no requieren autorización, se han mantenido.
La Comunidad de Madrid es una de las pocas regiones de Europa que no mantiene prácticamente ninguna restricción en plena sexta ola de la pandemia, a pesar de que el número de contagios ha superado a todas las anteriores. No hay reducciones de aforo y el único requisito es el uso de mascarilla en interiores, que se incumple con frecuencia.
Quizá el festejo más multitudinario se ha celebrado en Leganés, un municipio del sur de la región, donde en un festival de música tecno en La Cubierta se congregaron, entre el 1 y el 2 de enero, 10.000 jóvenes en una fiesta que duró 12 horas. La mayoría de los participantes no utilizaba mascarilla y no había ningún tipo de distancia de seguridad.
Igual pasó con otros grandes recintos, como Kapital, en el centro de Madrid, o Fabrik, en la localidad de Humanes, que congregaron alrededor de 4.000 personas cada uno.
A pesar de que estos eventos motivaron la protesta de algunos grupos municipales, finalmente se llevaron a cabo, sin tener en cuenta la situación epidemiológica.
Lo cierto es que el alto porcentaje de población vacunada, que en el país llega al 89,9 % de los mayores de 12 años y en la región al 88,6 %, así como la percepción de que la variante predominante actualmente, ómicron, reviste menor gravedad, han contribuido a un relajamiento de las medidas.
Así, en Madrid no hay reducción de aforos en interiores, ni refuerzo de la Atención Primaria, que en la actualidad se encuentra colapsada, mientras que la única medida que se ha debatido durante las últimas semanas es la posibilidad de retrasar la incorporación de los menores a los centros educativos.