En las últimas semanas, Noruega se ha convertido en el escenario de intensos debates ante la audiencia extraordinaria que se celebrará el próximo martes y en la que un tribunal noruego examinará la petición del extremista Anders Behring Breivik, autor de los atentados que se cobraron las vidas de 77 personas el 22 de julio de 2011, de concederle la libertad condicional, recogen medios locales.
Breivik, de 42 años, que cambió su nombre oficialmente a Fotolf Hansen, cumple desde 2012 una condena de 21 años de prisión que se puede prolongar de forma indefinida. De acuerdo con Oystein Storrvik, abogado del terrorista, Breivik decidió recurrir a su derecho a solicitar la liberación condicional tras diez años de encarcelamiento, tal y como permite la legislación del país escandinavo.
No obstante, una década después de la masacre, el asesino en masa noruego casi no ha mostrado ningún remordimiento por lo ocurrido. En 2012 incluso se jactó de que "había realizado la operación más espectacular hecha por un militante nacionalista" en este siglo. Breivik, quien se declaró como nacionalsocialista, en múltiples ocasiones realizó gestos y saludos de extrema derecha en público.
De acuerdo con Randi Rosenqvist, la psiquiatra que sigue el caso de Breivik, las evaluaciones de su actitud a lo largo de los años no presentan cambios significativos, por lo que el noruego, que sigue siendo una persona peligrosa para la sociedad, incumpliría el requisito para acceder a libertad condicional.
"Según las evaluaciones y el material que hemos recibido del Servicio de Prisiones y Libertad Condicional, que lo monitorea a diario, así como una nueva evaluación de riesgos realizada por una psiquiatra, creemos que todavía existe el peligro de que Breivik cometa nuevos delitos graves", afirmó la fiscal estatal Hulda Karlsdottir.