El jefe del Estado Mayor de la Comandancia de Operaciones de Guardacostas de la Marina del Perú, Jesús Menacho, confirmó este miércoles un segundo derrame de petróleo en las costas del distrito peruano de Ventanilla, afectadas el pasado 15 de enero por el vertido de unos 6.000 barriles del combustible.
Según detalló el militar en declaraciones a RPP, una mancha oleosa se hizo visible en el terminal multiboyas 2 de la refinería La Pampilla, durante un sobrevuelo de la zona en la tarde del martes.
"Es un derrame relativamente pequeño, que ha sido controlado por la barrera. Se está verificando en las costas de las inmediaciones para verificar que no haya llegado" más allá, indicó Menacho, al precisar que aún se desconoce el volumen del petróleo vertido esta vez.
Previamente, la compañía española Repsol negó que hubiera tenido lugar un segundo vertido, afirmando que se trataba de "un afloramiento controlado de remanentes del derrame del pasado 15 de enero" durante trabajos en la infraestructura submarina.
Catástrofe ecológica
El derrame del 15 de enero ha afectado ya a 21 playas peruanas y causado la muerte de diversas especies marinas. Además, ha impactado seriamente a los pescadores de la zona, que llevan ya 10 días sin trabajo, denunció en Ventanilla este miércoles el vicepresidente de la Asociación de Pescadores Fundadores Armadores Estibadores Artesanales de Playa Bahía Blanca, José Llacuachaqui. "A cada pescador le afecta su pan de cada día o su canasta familiar. ¿Durante cuántos años será perjudicada [la canasta]?", preguntó, según reseña la agencia Andina.
Otro problema generado por la catástrofe ecológica es la protección sanitaria para el personal contratado por la empresa española para limpiar las playas contaminadas, así como la de los voluntarios, que frecuentemente no cuentan con una atención adecuada.
Asimismo, se han criticado los métodos de limpieza en las áreas afectadas. Conforme a la ONG ambientalista Océana Perú, los operarios apenas están levantando la espuma y la arena afectada y las entierran en pozos cercanos a la orilla, con lo que, cuando la marea sube, el material contaminado vuelve a la superficie.