El 3 de febrero de 1962, hace exactamente 60 años, el entonces presidente de EE.UU. John F. Kennedy amplió el embargo contra Cuba ya aplicado desde la gestión de Dwight Eisenhower, y estableció así un bloqueo comercial total contra la isla caribeña que por entonces tenía poco más de siete millones de habitantes.
La medida supuestamente duraría hasta que el Gobierno cubano compensara los bienes de ciudadanos estadounidenses que habían sido nacionalizados durante la Revolución socialista iniciada tres años atrás. Pero el embargo, que afecta gravemente la economía del país, no solo se sostiene hasta hoy, sino que además fue reforzado con numerosas medidas coercitivas y unilaterales de parte de la Casa Blanca, a lo largo de seis décadas, y sostenido por 12 presidentes.
Al cumplirse un nuevo aniversario del bloqueo, RT repasa cinco puntos importantes sobre lo que la administración cubana llama "el genocidio más largo de la historia":
1. La firma del documento y cuál era su objetivo
La proclama presidencial 3447 fue firmada por Kennedy el 3 de febrero de 1962, y estableció un "embargo total al comercio con Cuba" a partir del día 7 del mismo mes.
El líder demócrata cumplió así el mandato que le había encomendado el Congreso de su país, mediante la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera, de septiembre de 1961. Esta norma prohibió totalmente la importación de mercancías de origen cubano, pero ya había antecedentes de lo que se vendría: una serie de políticas hostiles que buscaban socavar al nuevo régimen de gobierno socialista y sus intenciones de recuperar la soberanía económica tras el fin de la dictadura de Fulgencio Batista.
Primero, con la cancelación en junio de 1959 de la cuota de exportación azucarera, principal sostén de las finanzas cubanas, y luego suspendiendo el suministro de petróleo, fundamental para el transporte y el desarrollo industrial.
2. Endurecimiento de las restricciones
Desde que se aplicó, el bloqueo ha sido constantemente actualizado con una numerosa serie de disposiciones y leyes que buscaron incrementar la presión de las autoridades norteamericanas contra el liderazgo de Fidel Castro y su proyecto revolucionario. En este sentido se pueden marcar dos períodos clave: uno entre 1963 y 1980, y otro a partir de la década del 90.
Las primeras medidas que siguieron al embargo de Kennedy fueron las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos del Departamento del Tesoro (1963), que establecía el congelamiento de todos los activos radicados en EE.UU. y la prohibición de todas las transacciones financieras y comerciales; la Ley para la Administración de las Exportaciones (1979), que engloba una Lista de Control del Comercio en la que se incluye a Cuba; y las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones del mismo año, que implanta una política general de denegación de licencias para las exportaciones y reexportaciones de la isla.
A estas disposiciones les sucederían la Ley Torricelli (Ley para la Democracia Cubana), de octubre de 1992 y la Ley Helms-Burton (Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas) de marzo de 1996. La primera prohíbe a las subsidiarias de compañías estadounidenses en terceros países comerciar bienes con Cuba o nacionales cubanos, y también impide a los barcos de terceros países que toquen puerto cubano ingresar a territorio estadounidense en un plazo de 180 días, excepto aquellos que tengan licencia del secretario del Tesoro.
La segunda, en tanto, codifica las disposiciones del bloqueo y amplía su alcance extraterritorial, mediante la imposición de sanciones a directivos de empresas extranjeras que realicen transacciones con propiedades estadounidenses nacionalizadas en Cuba, y abre la posibilidad de presentar demandas en tribunales de EE.UU.
Las sanciones a la isla siguen renovándose y extendiéndose hasta la actualidad. De hecho, más de 240 medidas fueron adoptadas contra Cuba por el Gobierno estadounidense entre 2017 y enero de 2021, de las cuales 55 fueron aplicadas durante la pandemia del coronavirus.
3. El brutal impacto de las políticas norteamericanas contra Cuba
El bloqueo económico, comercial y financiero que EE.UU. todavía aplica sobre Cuba es considerado un acto de guerra en tiempos de paz, y causa graves efectos en la economía y la sociedad cubana en general.
En un informe presentado por el Gobierno cubano ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), la administración del presidente Miguel Díaz-Canel estimó que los daños provocados por estas medidas unilaterales de la Casa Blanca, sostenidas a lo largo de 60 años, ascienden a 147.853 millones de dólares.
Pero, además de generar carencias de insumos básicos como alimentos y medicinas, limitan el desarrollo tecnológico, científico y financiero del país. "El bloqueo significa un escollo para adquirir en mercados de terceros países algunos productos y equipamientos fabricados por empresas subsidiarias de EE.UU., o que contienen un por ciento de componentes, partes o software estadounidenses", señaló en un comunicado la semana pasada el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Por otra parte, la Cancillería del país caribeño indicó que para Cuba resulta "cada vez más difícil encontrar instituciones bancarias o financieras internacionales dispuestas a recibir, convertir, tramitar o procesar el efectivo en moneda estadounidense como resultado de los efectos extraterritoriales del bloqueo".
4. La condena mundial
En la actualidad, prácticamente no existe país en el mundo que no condene el bloqueo, a excepción de EE.UU. e Israel. Mientras, la Asamblea General de la ONU se ha pronunciado en 29 ocasiones consecutivas en contra de estas políticas, la última en junio pasado, cuando, con el voto de 184 naciones, rechazó el embargo "de forma abrumadora". Solo tres países se abstuvieron: Ucrania, Brasil y Colombia.
La condena internacional contra estas medidas también se hace oír en las calles. En los últimos días, se realizaron diversas marchas para protestar contra el bloqueo, tanto en Cuba como en otros países del mundo, donde se solidarizaron con el pueblo isleño bajo las etiquetas en redes sociales #60DeResistencia y #EliminaElBloqueo.
5. Cuba, a pesar del bloqueo
A pesar de que este drama para la población cubana lejos de disminuir arrecia, incluso en el marco de una pandemia mundial, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del país en 2019 fue de 0,783, lo que coloca a Cuba en la categoría de desarrollo humano alto y en el lugar 70.º entre 189 países y territorios.
Medido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), este indicador toma en cuenta tres aspectos básicos del desarrollo humano: una vida larga y saludable, de acuerdo con la esperanza de vida al nacer; conocimientos, calculados por la tasa de alfabetización de adultos y la combinación de las tasas brutas de matriculación primaria, secundaria y terciaria; y un nivel de vida decoroso, medido por el Producto Bruto Interno (PIB) per cápita.
Por otra parte, y gracias a su capital científico, la isla ha sabido enfrentar la crisis sanitaria produciendo sus propios fármacos contra el coronavirus, y ya cuenta con el 87,9 % de la población vacunada, según informó el Ministerio de Salud Pública.