Un equipo de investigadores estadounidenses ha encontrado al menos cuatro variantes previamente "desconocidas" del SARS-CoV-2 en muestras de aguas residuales del sistema de alcantarillado público de Nueva York (EE.UU.), según los resultados publicados este jueves en la revista Nature Communications.
Desde enero de 2021 los científicos han estado secuenciando el ARN (ácido ribonucleico) del coronavirus encontrado en las aguas residuales de 14 plantas de tratamiento de la ciudad de Nueva York, unas dos veces por mes. De este modo, se detectaron nuevas variantes desconocidas del virus en las muestras.
Según el estudio, la mayor parte del material genético encontrado en aguas residuales procedía de seres humanos, pero los investigadores descubrieron que también había cantidades de ARN de perros, gatos y ratas.
Mark Johnson, profesor de microbiología molecular e inmunología de la Universidad de Missouri y coautor del estudio, cree que los hallazgos sugieren que las nuevas mutaciones "crípticas" identificadas en Nueva York pueden ser de origen animal.
Los científicos ya sabían que el ser humano puede transmitir el virus a los animales, especialmente a las mascotas, a los animales de los zoológicos y a otros animales con los que entra en contacto frecuente. Esto hace temer a los especialistas que el virus pueda mutar entre los animales y transmitirse nuevamente a los seres humanos.
Algunos investigadores también creen que las muestras de las nuevas variantes pueden proceder de personas cuyas infecciones no se han detectado o cuyo virus aún no se ha secuenciado. Pero esa teoría podría descartarse, debido a que estas mutaciones del virus aparecieron hace algún tiempo y, de ser así, debieron haberse detectado al menos en una persona infectada, recoge The New York Times.
Algunas de las variantes crípticas detectadas tienen las mismas mutaciones que la variante ómicron o presentan mutaciones en los mismos lugares. Además, las pruebas de laboratorio muestran que estas pueden ser capaces de evadir algunos anticuerpos. Sin embargo, según los investigadores, actualmente no suponen ningún riesgo adicional para el ser humano.