Un equipo internacional de científicos ha descubierto que una inusual bacteria recuperada de un lago de agua dulce en el desierto de Gobi había desarrollado su propio sistema de fotosíntesis, según revela su estudio publicado el pasado 16 de febrero en Science Advances.
Si bien existen diferentes bacterias capaces de utilizar fotones de la luz solar como fuente de energía, los científicos subrayan que la muestra hallada es la primera bacteria fotótrofa del filo Gemmatimonadetes.
Según explican los investigadores, la bacteria desarrolló genes relativos a la fotosíntesis mediante una transferencia genética horizontal distante de una antigua proteobacteria fotótrofa, lo que supone un proceso inusual para un organismo no fotótrofo. Los autores del estudio señalan que este descubrimiento podría ofrecer información clave sobre la evolución de la fotosíntesis en general.
La composición de la bacteria, que representa un complejo altamente estable, favorece el proceso de la fotosíntesis y cuenta con 178 pigmentos en 80 subunidades de proteínas ubicadas en forma de dos anillos concéntricos alrededor de un centro de reacción que transforma la energía. Dado que los pigmentos en el anillo exterior tienen energía superior a la de los pigmentos en el centro, la estructura de la bacteria sirve de embudo a través del cual la energía absorbida en la periferia pasa al centro, donde se convierte en la energía metabólica.
"La arquitectura del complejo es muy elegante. Una verdadera obra de arte de la naturaleza", afirmó Michal Koblizek del Instituto de Microbiología de la Academia de Ciencias checa. "No solamente posee una buena estabilidad estructural, sino también una perfecta eficacia en cuanto a captura de la luz", detalló.