Este miércoles se ha materializado el fin de Pablo Casado como líder del Partido Popular (PP), principal partido de la oposición en España.
Su reunión con los líderes regionales de su partido, que acabó a las 2 de la madrugada, no ha conseguido arrancarle la dimisión inmediata, pero sí ha dado a luz un documento consensuado por unanimidad en el que se comprometen a la celebración de un congreso extraordinario del partido el primer fin de semana de abril en el que se renovará el liderazgo de la formación.
El documento recoge que Casado seguirá a la cabeza el PP hasta que se realice el congreso, de manera que se le dará una salida institucional en línea con los estatutos de esta fuerza política, en lugar de la dimisión inmediata que pedían muchos de los barones en declaraciones a los medios a su entrada a la reunión de este miércoles.
Todos los políticos presentes, los presidentes de la formación en todos los territorios regionales, han transmitido públicamente su respaldo a que sea Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia durante las últimas cuatro legislaturas, el candidato que se alce con la Presidencia del partido, y por lo tanto, sea el candidato a la Presidencia del Gobierno de España en los próximos comicios de finales de 2023.
Feijóo, por su parte, no se ha postulado públicamente, aunque se da por hecho que aceptará la propuesta de sus compañeros, realizada por aclamación.
Por su parte, durante la mañana del martes, Casado realizó la que parecía una última intervención en el Congreso de los Diputados, durante la sesión de control al Gobierno, con unas palabras sobre la manera en que entendía la política que tenían sabor a despedida. A continuación abandonó el Hemiciclo mientras la bancada de su grupo parlamentario, que solo un día antes firmaba un documento conjunto en su contra, le despedía con una ovación cerrada.
Casado llegó al liderazgo del Partido Popular en 2018, cuando solo tenía 37 años. Protagonizó un meteórico ascenso en el aparato de su partido, refrendado por unas primarias que ganó a la máxima favorita, la ex vice presidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. Sin embargo, su debacle ha sido aún más rápida y se ha materializado en tan solo seis días.
El desastre llevaba algunos meses fraguándose, al calor de los encontronazos con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, otra figura emergente en el partido con mayor tirón mediático y popular, que hace menos de tres años fue la apuesta personal del propio Casado, que eligió a una política totalmente desconocida como candidata para presidir la región que acoge a la capital del país.
La crisis que precipitó el desastre
Todo se precipitó la semana pasada, cuando comenzaron a aparecer algunas informaciones en medios que apuntaban a un espionaje hacia la presidenta madrileña para realizar averiguaciones sobre una presunta comisión ilegal cobrada por su hermano por un contrato adjudicado por la Comunidad de Madrid a una empresa propiedad de un amigo íntimo de los hermanos Díaz Ayuso.
Tomás Díaz Ayuso cobró más de 55.000 euros por un contrato para traer 250.000 mascarillas de China en abril de 2020, en el peor momento de la pandemia de coronavirus en España, cuando la población se encontraba en confinamiento domiciliario. El caso ha llegado a la Fiscalía Anticorrupción, que este martes abría las investigaciones pertinentes.
Sin embargo, el pasado jueves, Isabel Díaz Ayuso pasó al ataque y dio una rueda de prensa en la que acusó a la dirección nacional de su partido de estar detrás de estas informaciones, de haberla espiado ilegalmente y de buscar su destrucción política.
Esa tarde compareció el entonces secretario general del PP, Teodoro García Egea. Negó el espionaje y anunció la apertura de un expediente informativo en el partido contra la mandataria madrileña por sus acusaciones públicas a la dirección. Al día siguiente, el propio Pablo Casado, en una entrevista radiofónica siguió sembrando sospechas, lanzando la hipótesis de que Tomás Díaz Ayuso habría empleado la empresa adjudicataria como empresa pantalla.
El líder del PP, además, cuestionó la honradez de la política madrileña de manera lapidaria: "No es lógico adjudicar una comisión a tu hermano en abril de 2020, cuando en España morían 700 personas a causa de la pandemia", afirmó.
A partir de ese momento, la situación de Casado se fue complicando. El viernes se reunió con Isabel Díaz Ayuso para intentar solucionar el conflicto. Según los medios, le propuso cerrar el expediente informativo si ella difundía un comunicado retractándose de las acusaciones de espionaje, a lo que la presidenta madrileña se negó. Aún así, se cerró el expediente, dando una prueba irrefutable de la debilidad de presidente del PP dentro de la formación.
Cascada de retirada de apoyos
A partir del fin de semana, los apoyos a Pablo Casado comenzaron a menguar. Si al principio algunos barones regionales del partido se pusieron de perfil ante esta crisis, a comienzos de semana comenzaron a alinearse del lado de Díaz Ayuso. El último líder territorial en retirarle su respaldo fue el presidente de Murcia, Fernando López Miras, que este martes ya pedía abiertamente la celebración de un congreso extraordinario para renovar el liderazgo del partido.
Antes se había producido la dimisión del secretario general del partido y mano derecha de Casado, Teodoro García Egea, al que muchos responsabilizaban de la crisis desatada en la formación. También el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, dejaba su cargo como portavoz nacional del PP. Además, el grupo parlamentario del partido en el Congreso de los Diputados difundía un documento en el que también exigía la celebración de un congreso extraordinario.
Desde el principio, uno de los líderes que tuvo mayor repercusión fue Alberto Núñez Feijóo, una figura que ya había aparecido en las quinielas para liderar el partido, pero que nunca se había decidido a dejar la placidez de la política territorial para dar el paso al frente hasta la primera línea nacional. Ahora, muchos ponen sus ojos en él como el sucesor de Casado al frente del PP.
Por el camino, el PP se va desangrando en las encuestas, aunque los problemas ya se habían iniciado hace algunas semanas. Este mes Castilla y León celebró unas elecciones anticipadas propiciadas por Casado. A pesar de que el PP gobernaba la región, en una coalición estable con Ciudadanos, el hasta ahora presidente de la formación quiso apretar el acelerón para conseguir una mayoría absoluta y librarse de su socio de Gobierno.
La jugada salió mal y se quedaron lejos de esa ansiada mayoría. La aritmética que han dejado estos comicios echan a los populares en brazos de la ultraderecha de Vox, el único partido que les puede llevar de nuevo a gobernar este territorio. Así, el PP daría entrada por primera vez a la extrema derecha en un Gobierno en el país.
¿Quién es Pablo Casado?
A pesar de su edad, 41 años, Pablo Casado es un viejo conocido de la política española. No se le conoce ninguna actividad en el sector privado, puesto que su andadura en la vida política comenzó muy pronto, a los 23 años, cuando se afilió al Partido Popular. Tan solo un año después era elegido presidente de las Nuevas Generaciones, la organización juvenil de la formación.
Fue diputado en la Asamblea de Madrid (2007-2009), jefe de Gabinete del diputado Manuel Pizarro y del expresidente del Gobierno José María Aznar y diputado en el Congreso desde 2011.
A nivel interno, durante la última década ha ocupado diversos puestos en el PP. A partir de 2015 fue nombrado vicesecretario general de Comunicación, puesto desde el que dio el salto para presentarse a las primarias de su partido, las primeras que celebraba esta formación, que hasta ese momento siempre había utilizado la designación por el anterior líder para nombrar a su presidente.
En las primarias de 2018, Casado se enfrentó a Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno de España entre 2011 y 2018; y a María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP entre 2008 y 2018 y exministra de Defensa. Aunque en primera vuelta la vencedora fue Sáenz de Santamaría, en segunda vuelta Casado sumó los apoyos de Cospedal y consiguió alzarse con la Presidencia de su fuerza política.
Una dirección nacional cuestionada desde el principio
Sin embargo, la dirección nacional liderada por Pablo Casado fue cuestionada internamente casi desde el principio. Durante estos años ha tenido algunos desencuentros con el líder el PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, aunque nunca trascendieron de manera abierta.
Así mismo se encontró con la oposición de figuras mediáticas como Cayetana Álvarez de Toledo, a quien nombró portavoz parlamentaria y posteriormente destituyó.
En los últimos días las críticas veladas que había recibido durante tiempo se han hecho explícitas, como las de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que, curiosamente, había sido la madrina de Casado cuando comenzó su carrera política.
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