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Cómo funciona Generación ZOE, la organización acusada de una inmensa estafa piramidal en Argentina

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Pedían dólares a cambio de ganancias extraordinarias que no se concretaron, y aparecieron las denuncias. Leonardo Cositorto, el polémico CEO y 'coach' del grupo, tiene un pedido de captura pero está fuera del país.
Cómo funciona Generación ZOE, la organización acusada de una inmensa estafa piramidal en Argentina

Generación ZOE es una organización dedicada hace cinco años a las finanzas, el 'coaching' y la auto superación personal. Además de ofrecer cursos, sus cientos de seguidores pagan membresías y tienen acceso a varios de sus "negocios". A los inversores, medianos y pequeños, les prometieron retribuciones extraordinarias en dólares y cumplir el sueño de cualquier persona de clase media: ganar plata sin trabajar. Esta empresa, con presencia en países como Colombia y España, ahora es acusada de haber cometido una inmensa estafa piramidal en Argentina. 

Su CEO y cara más visible se llama Leonardo Cositorto, un vendedor nato de 51 años. Bajo la órbita de ZOE, este argentino lideró un sistema para captar capitales de ciudadanos comunes, con un esquema similar a un fondo de inversión, pero ofreciendo retornos siderales. Así, aquellos inscriptos en "franquicias", es decir, siendo parte de esta curiosa sociedad, podrían recibir un 7,5 % de ganancia mensual. Una propuesta tentadora, que se venía cumpliendo mes a mes, haciendo más creíble el proceso. 

El problema del sistema es que su mecanismo para multiplicar el dinero, era incomprobable. No se podía trazar el recorrido de los dólares. Igualmente, mientras dieran la tasa de interés ofrecida, nadie preguntaba demasiado. Las inversiones más insólitas se basaban en "bots", un presunto sistema automatizado que operaría en distintos mercados generando ganancias desmesuradas.

Uno de los últimos "bots" planteaba un 100 % de ingresos en solo tres meses, y consiguió demasiados adeptos. "Si sale bien, renuncio a la oficina", pensaron muchos. Solo para dimensionarlo, después de que EE.UU. registrara una inflación anual del 7 % en 2021 —la más alta desde 1982—, en enero del 2022 los bonos a dos años del Tesoro norteamericano se ofrecían a una tasa del 1 %, causando histeria en Wall Street.

En Argentina, los pocos que desconfiaban de este mago de las finanzas planeaban salirse justo a tiempo, antes de que todo explotara, o al menos recuperando el dinero invertido. Algunos lo lograron, pero otros lo perdieron todo.

El derrumbe de la pirámide

Una de las características de Generación ZOE, por la cual es calificada de sistema piramidal, es que si sus miembros incluyen a nuevos participantes, estos obtienen una retribución mayor por cada inscripción. Así, muchos sumaron a sus parejas, familiares y amigos. La mejor garantía de confianza, era que todos los meses cobraban lo pactado, sin inconvenientes. Y la red fue creciendo, a la par de la fiebre de los "bots". Entonces, los que habían puesto unos pocos dólares para probar, empezaron a depositar miles. Este circuito funcionó bien, hasta enero. En febrero, se cortó la cadena de pagos y empezó el drama. Hoy, varias personas que antes se creían iluminadas por la verdad revelada del mundo de las finanzas, se sienten estafadas. 

La abrupta caída de ZOE se produjo en cuestión de semanas. De hecho, hace pocos días aún podían verse publicidades y notas que lanzaban elogios a la empresa en importantes medios de Argentina, que tras el escándalo se vieron obligados a borrarlas. "46.000 personas, 36 unidades de negocios en 21 países", se enorgullecía su director ante las cámaras. Sin embargo, en diciembre la Comisión Nacional de Valores (CNV) aclaró que "no es una empresa regulada por el organismo", y en enero se inició un sumario administrativo con una alerta internacional. Esto, por una posible "intermediación irregular en el ámbito del mercado de capitales".

Además, la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional aclaró que las personas implicadas no son reconocidas por la entidad, ni por "ninguna de las 52 escuelas con programa avalado". El fantástico mundo diseñado por Cositorto se empezaba a desmoronar. 

La traba principal surgió en la ciudad de Villa María, provincia de Córdoba, donde se radicó una denuncia por incumplimientos de pago por parte de una filial de ZOE. Rápidamente, intervino una fiscal, ordenó detenciones y el congelamiento de cuentas bancarias, como medidas cautelares. Para la funcionaria judicial, se trata de un claro esquema Ponzi, llamado así para honrar a su máximo exponente, Carlo Ponzi.

Este icónico estafador italiano radicado en EE.UU. diseñó un sistema en los años 20 para atraer dinero fácil: prometía ganancias del 100 % en tres meses —como los "bots" de ZOE— con un negocio ficticio ligado al mundo de los cupones correo, pero en verdad los retornos provenían del dinero de los nuevos ingresantes. Es decir, el esquema se rompía cuando no se sumaban más participantes, por falta de fondos. Ahora, la fiscal sostiene que se repite el método: no se conocen inversiones reales de la empresa, y sus únicos ingresos comprobables provienen de sus adeptos. 

El asunto escaló a nivel mediático y repentinamente en Argentina nadie hablaba de otra cosa. Así, cientos de personas se agolparon frente a distintas oficinas de ZOE para exigir la devolución de sus fondos, sin éxito. El dinero ya no estaba. El discurso de Cositorto es que todo funcionaba bien, hasta que la Justicia congeló las cuentas y ahora ya no pueden pagar a sus socios, pero promete una "restructuración" para abonar. Dice que todo es una conspiración estatal, judicial y mediática, orquestada por la competencia para hundirlos. Algunos todavía le creen, otros reclaman y unos cuantos ya se hacen la idea de que no recuperarán sus preciados dólares. 

"Ya está confirmado el perjuicio patrimonial"

Con este escenario, se desató una catarata de demandas. El abogado Ignacio Trimarco representa a unos 70 damnificados que radicaron sus denuncias en distintas partes de Argentina e incluso Colombia. En este universo de perjudicados hay de todo: pequeños ahorristas, otros que colocaron grandes sumas —cerca de 60.000 dólares— y hasta una persona "que como no tenía dinero entregó una Eco Sport y le pagaban un interés por la camioneta", repasa el letrado. Aunque la calificación dependerá de la Justicia, para Trimarco fue una estafa clara.

Este pulpo llamado Generación ZOE patrocinaba a figuras del deporte y el espectáculo. Tenía algunos comercios y un centro irregular llamado Universidad del Trading donde brindaban sus talleres. Lanzó su propia divisa digital y Cositorto afirmaba que tenía una mina de oro para respaldarla. El abogado remarca que todo era parte de una pantalla, para dar una imagen de solvencia: "No hay ningún banco que se llame Zoe, tampoco hay una universidad que se llame Zoe, ni una mina de oro. Está demostrado que era totalmente falso", enfatiza. "Hay una agencia de autos en Vicente López [Provincia de Buenos Aires], que debe tener cuatro autos, y una hamburguesería. Después, por lo que sabemos hasta ahora, no vimos otra inversión real, concreta de esta entidad", agrega. 

De todas las áreas donde incursionó esta empresa, la más llamativa es, sin dudas, la religión. Así como se lee, ZOE tenía su propia iglesia donde Cositorto hacía sus apariciones estelares, aparentando ser una especie de predicador evangelista financiero.  

Entre tanto, el CEO de la organización tiene un pedido de detención en Argentina, pero de momento permanece en República Dominicana y hasta da entrevistas a medios argentinos para limpiar su imagen. Incluso ofreció nuevas charlas para sus seguidores, a un precio de 100 dólares. "No hay ninguna estafa, hay una reprogramación", les dijo.  

En Buenos Aires, el estudio de Trimarco trabaja a paso firme para demostrar los posibles delitos. "La gente ha prestado su dinero y al día de hoy no recibió sus pagos, ahí ya está confirmado el perjuicio patrimonial", señala el entrevistado. "Partimos de una actividad ilícita, que no está regulada por el Banco Central", sostiene. También comparte la teoría de la fiscal: "El esquema Ponzi justamente lo que tiene es esta cuestión de convocar a nuevos adeptos que ingresan al sistema y con esos nuevos ingresos se paga a los anteriores", dice. Y agrega: "No es que la gente aportaba y el dinero se reproducía solo. Si la empresa no puede demostrar que con ese dinero realizaba inversiones rentables, se cae de maduro que era una estafa que se mantenía con el ingreso de nuevos adeptos". 

"Una de las estafas más grandes en la historia de Argentina"

El abogado explica que, además de posibles sanciones penales, en estos casos la Justicia busca reparar el daño a las víctimas, y por eso se aplican acciones sobre cuentas bancarias o bienes de los victimarios, para tener de dónde cobrar. "Pero hay que ser muy sinceros, por lo que sabemos hasta ahora, esta empresa no tendría activos reales, como propiedades, que se puedan embargar para satisfacer los intereses de los acreedores", avisa. "Por eso, estamos trabajando fuertemente y con velocidad para tratar de asegurar, con las medidas cautelares, un posible resarcimiento". En concreto, es la única alternativa que tienen los perjudicados para ver algo de dinero: "El Estado no tiene la obligación de resarcir el daño, lo que puede hacer es sancionar penalmente a la persona que cometió un delito", aclara Trimarco. 

"Es una de las estafas más grandes en la historia de Argentina, pero el 'modus operandi' es prácticamente el mismo en todos los casos", afirma el especialista. "Lo primero que se hace es intentar generar confianza, por eso es que la empresa durante un tiempo continúa su relación comercial abonando los intereses exorbitantes pactados, para que la gente vaya trayendo cada vez más adeptos", repasa. "En un momento, cuando el cúmulo de ejercicios ya es muy grande, cierran la persiana y se van a otro país, como sucede en este caso", concluye.

Para el letrado, debe primar el sentido común: "Hay una cuestión muy clara, si no hay nada que esconder, si estuviera todo perfecto y no hubiera ningún inconveniente, la gente estaría cobrando y Cositorto estaría en Argentina a disposición de la Justicia". En los últimos días, el círculo de la firma dejó trascender que su CEO regresaría al país para dar explicaciones, pero por ahora eso no ocurrió. Mientras, los damnificados se siguen amontonando junto a sus oficinas para intentar retirar sus fondos, en una especie de corrida bancaria, a lo ZOE.

Cuando ingresaron, se comprometieron a dejar la inversión inicial por varios meses. Ahora, muchos de quienes piensan que pueden quitar su parte del sistema incluso están dispuestos a pagar una multa a la organización, por querer romper el contrato antes de tiempo.   

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