El primer ministro de Islas Salomón, Manasseh Sogavare, defendió el tratado de seguridad que se dispone a firmar con China y aseguró que las críticas que reciben de otros países son "muy insultantes". Países como Australia, Nueva Zelanda y EE.UU. han manifestado su temor ante la posible instalación de una base militar china en la región.
"No estamos presionados de ninguna forma por nuestros nuevos amigos y no hay intención alguna de pedirle a China que construya una base militar en las Islas Salomón", afirmó Sogavare este martes ante el Parlamento. Asimismo, expresó que el documento que fue filtrado es un borrador y que no daría detalles de su contenido final.
Además, negó que la presencia de China represente una amenaza para la seguridad de la región, al tiempo que dijo que su país no "elegiría bandos", por lo que —aseguró— el tratado de seguridad firmado con Australia permanecerá vigente. Sin embargo, aclaró que para satisfacer sus "necesidades de seguridad" deben "diversificar la relación del país con otros socios". "¿Qué hay de malo en eso?", se preguntó.
"Damos la bienvenida a cualquier país que esté dispuesto a apoyarnos en nuestro espacio de seguridad", dijo el jefe del Gobierno, quien agregó que no existe "un plan secreto" y que se trata de "la decisión de una nación soberana" que tiene como objetivo principal su "interés nacional".
Por último, dijo que las naciones que critican el acuerdo con Pekín no se preocupan de si las islas del Pacífico quedarán bajo el agua debido al cambio climático y consideran la región como el "patio de atrás de las grandes potencias occidentales".
Entretanto, el portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Wang Wenbin, manifestó que el convenio con Islas Salomón es acorde a la ley y las normas internacionales, por lo que pidió que otros países respeten la soberanía y las decisiones tomadas por el Gobierno del país oceánico, en lugar de creer que tienen derecho a decidir lo que Islas Salomón "puede o no puede hacer".
Las críticas
Uno de los países que manifestó su rechazo al acuerdo fue Nueva Zelanda. La primera ministra, Jacinda Ardern, quien habló sobre el tema con su par australiano, Scott Morrison, dijo que el convenio podría provocar una "potencial militarización de la región".
Por su parte, Morrison manifestó que "muchos líderes" de la "familia del Pacífico" tienen la percepción de que "la seguridad de la región está amenazada por la presencia de China".