Dos manchas gigantes en las profundidades de la Tierra muestran que es más cambiante de lo que se pensaba
Dos manchas gigantes detectadas en las capas más profundas de nuestro planeta, una de las cuales se encuentra bajo África y la otra bajo el océano Pacífico, sugieren que el suelo debajo de nosotros podría ser mucho más dinámico de lo que se suponía.
Estas zonas, cimentadas a 2.900 km por debajo de la superficie, casi a mitad de camino hacia el centro de la Tierra, se cree son el lugar donde se originan columnas ascendentes de roca caliente llamadas "plumas del manto profundo" que alcanzan la superficie terrestre.
En una nueva investigación, publicada recientemente en la revista Nature, un equipo de científicos reconstruyó el flujo del manto durante los últimos 1.000 millones de años y descubrió que las manchas se juntan y se separan de manera similar a los continentes y supercontinentes.
"Descubrimos que, al igual que los continentes, las manchas pueden ensamblarse, formando 'supermanchas' y romperse con el tiempo", afirman los especialistas en su artículo.
La investigación, en la que participaron científicos de universidades de Australia, China y el Reino Unido, se basa en la reconstrucción de los movimientos de las placas tectónicas que, cuando se empujan entre sí, fuerzan el fondo del océano entre ellas, en un proceso conocido como subducción.
Según los científicos, un aspecto clave de este modelo es que, aunque las manchas cambian de posición y forma con el tiempo, aún se ajustan al patrón de las erupciones volcánicas y de kimberlita.
Estas manchas, llamadas técnicamente Grandes Provincias de Baja Velocidad de Corte (LLSVP), cuando alcanzan la superficie por primera vez, se producen erupciones volcánicas gigantescas, del tipo que contribuyó a la extinción de los dinosaurios hace 65,5 millones de años. Las LLSVP pueden durar hasta 3.000 millones de años.
Los modelos también ofrecen un marco para localizar con mayor precisión minerales asociados con el afloramiento del manto. En concreto, el descubrimiento de diamantes impulsados a la superficie de la Tierra, desde profundidades de 120 a 150 km, por las kimberlitas que parecen estar relacionadas con las manchas. Además, los depósitos de sulfuro magmático —una reserva primaria de níquel— también están asociados con el fenómeno de "plumas del manto".