El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el rey de Marruecos, Mohamed VI, mantuvieron un histórico encuentro este jueves que se ha saldado con una serie de iniciativas. Así, han acordado que ambos Ejecutivos comenzarán a trabajar en la puesta en marcha de una hoja de ruta para la "construcción de una nueva etapa en su relación bilateral".
Tras la visita de Sánchez a Rabat, se espera que tenga lugar una cumbre bilateral antes de que acabe este año, la primera de este tipo desde 2015, cuando comenzaron a enfriarse las relaciones, según ha anunciado el presidente español durante una comparecencia en el complejo real marroquí la noche de este jueves.
De este modo, se sella la rehabilitación de las relaciones entre los dos países después de una intensa crisis diplomática, que ya duraba diez meses, y tras el reciente giro del Gobierno español en su postura con respecto al Sáhara Occidental –antigua colonia española pendiente de descolonizar, según la ONU–, que consiste en considerar la propuesta de Marruecos de convertir ese territorio en una autonomía "como la base más seria, realista y creíble" para resolver un conflicto que lleva casi cinco décadas enquistado.
Sánchez y Mohamed VI han mantenido un encuentro de alrededor de 40 minutos en español y francés, justo antes de que el primero se convirtiera en el invitado de honor del segundo en el 'iftar', la cena con la que se rompe el ayuno en el mes del Ramadán.
Acuerdos: reabrir fronteras y combatir la migración
El resultado de este encuentro ha quedado por escrito en una declaración conjunta de 16 puntos, que ha incluido la reapertura de las fronteras de forma "gradual y ordenada". Asimismo, consta como primer punto la reafirmación de la nueva postura del Gobierno español sobre el Sáhara Occidental.
Por el contrario, no figura de manera explícita nada acerca de la integridad territorial española a la que aludía Sánchez en la carta que remitió hace tres semanas a su homólogo marroquí.
"La soberanía nacional de España está fuera de toda duda, incluidas Ceuta y Melilla", los dos enclaves españoles en el norte de Marruecos que el país africano reclama, decía Sánchez en la rueda de prensa que ofreció después de la cena. "La integridad territorial de España, su soberanía está garantizada, fuera de duda", reiteraba el mandatario español.
Sin embargo, desde el Gobierno de Sánchez se entiende que sí hay una referencia a las dos ciudades autónomas. "La plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo", consta en el texto acordado. Así, se estaría reconociendo implícitamente la existencia de una frontera con los dos enclaves.
Además, se acuerda que las conexiones por vía marítima de pasajeros se restablezcan de forma "inmediata y gradual", también en el caso de la Operación Paso del Estrecho. Asimismo, se trabajará en conversaciones para gestionar los espacios aéreos y los marítimos en el Atlántico, en esta ocasión con referencia a las españolas Islas Canarias.
De la misma manera, se menciona de manera expresa el control de los flujos migratorios, punto clave para España, que se realizará con "la cooperación ejemplar" de ambos países. "Lo que hacemos es garantizar la gestión del fenómeno fronterizo de manera concertada en ausencia de actos unilaterales en un espíritu de normalidad de la buena vecindad", ha apuntado Sánchez, después de que en mayo del año pasado Marruecos dejara sin vigilancia la frontera con Ceuta y 9.000 migrantes accedieran a la ciudad.
Además, el texto señala la reactivación de "la cooperación sectorial en todos los ámbitos de interés común: económico, comercial, energético, industrial y cultural, entre otros".
Satisfacción de Sánchez
Pedro Sánchez se ha marchado satisfecho de Marruecos después de haber logrado su objetivo de recuperar las relaciones con un socio que tiene que ser estratégico para España, después del sacrificio del Sáhara Occidental, sobre el que Marruecos reclama su soberanía.
Si bien las relaciones ente los dos países pasaban ya por una década de enfriamiento, el último punto de inflexión se produjo en abril del año pasado. Entonces trascendía a los medios la noticia de que España había acogido a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, organización reconocida por la ONU como legítimo representante del pueblo saharaui. Ghali ingresó en España por motivos humanitarios, para ser atendido de una grave infección de covid-19.
El incidente desencadenó el malestar de Marruecos, que llamó a consultas a su embajadora y que en mayo dejó sin vigilancia su lado de la frontera y permitió la entrada masiva de migrantes a Ceuta.
Ahora, el giro español ha propiciado el reencuentro, si bien a costa de abandonar al Sáhara Occidental a su suerte y perturbar las relaciones con el vecino de Marruecos, Argelia, con el que históricamente el reino alauí no mantiene buenas relaciones. Argelia ya ha anunciado que revisará al alza el precio del gas que exporta a España, no así el que envía al resto de países europeos. El Gobierno español le resta importancia y lo circunscribe a negociaciones entre empresas.
Con el Congreso en contra
La satisfacción de Sánchez contrasta con el rechazo que su nueva postura sobre el Sáhara Occidental ha suscitado en el Congreso de los Diputados, que tan solo unas horas antes de que iniciara su viaje a Rabat le mostraba su oposición mayoritaria.
El Hemiciclo ha votado este jueves una resolución que ratifica la opción de una salida negociada en el marco de la ONU y que desaprueba con contundencia la decisión tomada "a espaldas del Parlamento" por "una parte del Gobierno". Se refiere así a la parte socialista del Ejecutivo, puesto que su socio de coalición, Unidas Podemos, ya ha mostrado su rechazo a esta nueva postura.
La propuesta solo contó con los votos en contra del Partido Socialista y la abstención de la ultraderecha de Vox y la derecha de Ciudadanos, de manera que el principal partido de la oposición, el conservador Partido Popular, el socio de Gobierno y los aliados en la investidura de Sánchez han adoptado una postura común.
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