La flota de aviones militares F-22 Raptors de los EE. UU., uno de los programas más avanzados y costosos de la historia de la Fuerza Aérea, podría tener el potencial de aniquilar a su propia tripulación.
Varios pilotos de la Fuerza Aérea estadounidense se han quejado continuamente debido a la tendencia del avión F-22 de "dejar a los militares enfermos" después de pilotar la moderna aeronave. Los malestares más frecuentes son, entre otros, perdida del conocimiento y seria escasez de oxígeno durante las pruebas de vuelo. A pesar de estos problemas, el Pentágono continúa presionando a sus propios pilotos para subirse a las cabinas de los aviones de combate y arriesgar sus vidas.
El capitán Josh Wilson y el mayor Jeremy Gordon ahora temen por su seguridad y se niegan a volar el F-22. Los dos militares, condecorados por su labor en la Fuerza Aérea, temen que el Ejército se vaya a poner en su contra e incluso llegue a castigarlos por expresar su preocupación.
Ambos pilotos hablaron con el programa 60 minutos de la CBS acerca de sus preocupaciones con los aviones caza, pero lo hicieron bajo la condición de que un congresista estuviera presente en la entrevista. Les preocupa que, sin la presencia de un legislador, pudieran correr el riesgo de perder sus puestos de trabajo o tal vez algo peor.
"El Congreso concedió protección a los denunciantes para decir: si usted tiene una preocupación, sobre algo realmente grave, usted tiene el derecho de hablar con su congresista", asegura el congresista republicano de Illinois Adam Kinzinger, en declaraciones al medio estadounidense, "ya que el hecho de enrolarse en las Fuerzas Armadas no significa que se renuncie al derecho a la ciudadanía".
Estos dos pilotos son parte del grupo de 200 hombres que están cualificados para volar el F-22. Entre estos, 36 han denunciado los hechos a bordo de la nave. El capitán Jeff Haney fue un piloto que nunca puso una denuncia formal y murió cuando su F-22 se estrelló después de que se interrumpiera su flujo de oxígeno.
La hermana del capitán Haney, Jennifer Haney, dijo recientemente a ABC News que ella cree que la Fuerza Aérea trató a su hermano como una mera estadística. "He llegado a pensar que es más fácil culpar a Jeff. Él no está aquí para defenderse", dijo a la cadena de noticias a principios de este mes.
El capitán Wilson teme que su vida pueda ser la próxima
En declaraciones acerca de su historia a bordo de la nave, el piloto dice: "Varias veces durante el vuelo tuve que concentrarme, en realidad, una inmensa concentración para realizar tareas simples y sencillas. Nuestro entrenamiento nos enseña que si usted sospecha que algo está pasando, se debe activar el oxígeno de emergencia y volver a casa. Cuando tomé esa decisión para tirar del anillo de oxígeno de emergencia, no pude encontrarlo. No podía recordar, ya sabes, ¿en qué parte de la aeronave se encuentra?".
Algunos pilotos están tan preocupados, que los dos militares informan de que muchos de sus compañeros están comprando pólizas de seguros de vida adicionales. Otros, entre ellos Wilson y Gordon, se han negado a pilotar el avión hasta que este sea investigado a fondo.
"Estamos esperando a que algo suceda. Y si sucede, nadie se va a sorprender. Creo que es una cuestión de tiempo", confiesa Wilson.