La periodista colombiana Jineth Bedoya Lima, una de las víctimas del conflicto armado en su país, ha sido nombrada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como su nueva embajadora global en la lucha contra la violencia sexual, reconociendo de esa forma "su valentía y contribución" a la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres víctimas y sobrevivientes de crímenes de lesa humanidad.
El nombramiento de Bedoya como "Campeona en la Lucha Contra la Violencia Sexual en los Conflictos", se dio a conocer durante el evento global de la ONU 'Mejorar la protección de las mujeres defensoras de derechos humanos y periodistas', celebrado en Nueva York, EE.UU. Su designación la convierte en la primera mujer colombiana, latinoamericana y caribeña que asume estas labores ante el mundo.
La representante especial del secretario general sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten, calificó a Bedoya de "superviviente, activista y agente de cambio", y desatacó que "ha demostrado su capacidad de liderar e influir en los demás para tomar medidas en contra de la violencia sexual, contribuyendo a elevar este tema en la agenda pública, no solo en Colombia sino en el mundo entero".
"Ser sobreviviente no es solo seguir respirando, ser sobreviviente es respirar para ayudar a cambiar la vida de otros y de otras. La violencia sexual puede anularnos y dejarnos en una eterna caída libre, pero los sobrevivientes tenemos la fuerza de renacer a través de la transformación del dolor. Aprendí que mi dolor podía ser una potente voz que llegará a todos los rincones del mundo y por eso este nombramiento para mí no es solo un honor, es un gran compromiso y aquí está mi voz", dijo Bedoya tras su designación.
Desde la ONU, la activista hizo un llamado "urgente" a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) —el mecanismo de justicia restaurativa pactado durante el proceso de paz en Colombia—, para que abra un macrocaso que atienda la violencia sexual en el país.
"No podemos pasar por encima de los derechos de millones de mujeres que tienen su fe de justicia puesta en esta jurisdicción. La impunidad de violencia sexual en Colombia llega al 98 %, y es por eso que el compromiso con las mujeres colombianas debe ser un compromiso de país y sociedad, debemos enfrentar uno de los peores crímenes que se comenten contra los seres humanos de una manera más activa y efectiva", agregó.
Víctima del conflicto colombiano
El 25 de mayo de 2000, Bedoya se trasladó hasta la cárcel La Modelo de Bogotá, la capital colombiana, para realizar una entrevista a un exparamilitar como parte de su trabajo en el diario local El Espectador, en el que investigaba todo lo relacionado al conflicto armado de su país, el narcotráfico y los vínculos con agentes del Estado.
Mientras esperaba en la entrada del recinto penitenciario, Bedoya fue interceptada y secuestrada por un grupo de paramilitares, que la sometió durante horas a un trato vejatorio y extremadamente violento, durante el cual sufrió graves agresiones verbales, físicas y sexuales.
Tras ese terrible episodio, la periodista, que seguía recibiendo amenazas, comenzó una lucha incansable para que se hiciera justicia contra los responsables de su crimen e inició un camino para elevar la voz silenciada o temerosa de otras sobrevivientes como ella. Sin embargo, tuvieron que pasar más de 20 años para que se le reconociera como una víctima del Estado colombiano.
El 8 de agosto de 2003, Bedoya fue víctima de otro secuestro junto con el periodista Jhon Wilson Vizcaíno, cuando dos integrantes de la extinta guerrilla de las FARC, alias Ufa y Gonzalo, los retuvieron en el corregimiento de Puerto Alvira, ubicado en la selva entre los departamentos del Meta y Guaviare, cuando trabajaban en un reportaje sobre la desaparición de 70 personas. Finalmente, fueron liberados cinco días después, el 13 de agosto, por presión de los pobladores del caserío.
El 18 de octubre de 2021, en un fallo histórico, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) concluyó que el Estado de Colombia es responsable por la violación de los derechos a la integridad personal, libertad personal, honra, dignidad y libertad de expresión que la periodista Jineth Bedoya Lima sufrió el 25 de mayo de 2000.
La Corte advirtió en su sentencia que existían "indicios graves, precisos y concordantes" acerca de la participación estatal en los crímenes contra Bedoya, lo que había sido un reclamo permanente de la periodista durante las últimas dos décadas.
"Se declaró la responsabilidad internacional del Estado por la violación de los derechos a las garantías judiciales, protección judicial e igualdad ante la ley, por la falta de debida diligencia a la hora de realizar las investigaciones sobre dichos hechos, el carácter discriminatorio en razón de género de dichas investigaciones y la violación del plazo razonable", dijo la Corte IDH en un comunicado, en el que se señala que también fueron violentados los derechos de la madre de Bedoya, Luz Nelly Lima, pues el Estado no les otorgó garantías ni protección judicial a pesar de las amenazas sufridas antes y después del secuestro.
'No es hora de callar'
Bedoya se desempeña en la actualidad como editora de temas especiales en el diario colombiano El Tiempo. En 2020 fue reconocida con el Premio Mundial de Libertad de Prensa que otorga la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y creadora del movimiento 'No es hora de callar'.
En agosto de 2014, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, decretó el 25 de mayo, fecha en la que resultó agredida, como Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia sexual en el Contexto del Conflicto Armado Interno.
A través de su campaña 'No es hora de callar', iniciada en 2010, Bedoya promueve la denuncia de la violencia sexual y apoya a las sobrevivientes a que alcen la voz contra los crímenes de este tipo para que las agresiones puedan visibilizarse ante la opinión pública.
Como embajadora de la ONU, Bedoya podrá ahora ayudar a mejorar la promoción y sensibilización sobre la violencia sexual, ampliar las voces de supervivientes, participar en eventos e iniciativas estratégicas para estos temas, y promover la movilización de recursos para la atención de las víctimas en medio de las dificultades que aún persisten.
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