Proyecto 7, una agrupación que intenta sacar de la calle a personas sin techo en Argentina, realizó una protesta este lunes frente a las puertas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para pedir que el Estado contabilice a los ciudadanos sin hogar, que no son tenidos en cuenta por los datos oficiales.
La movilización ocurre mientras se desarrolla un nuevo censo poblacional para actualizar las cifras que se habían obtenido en el 2010 y conocer cómo se vive en la actualidad, mediante encuestas. Así, desde el 16 de marzo las personas pueden cargar su información en el sistema de forma digital, para culminar el proceso el 18 de mayo, cuando se producirán las visitas presenciales a los domicilios de los ciudadanos. El problema es que muchos argentinos no tienen vivienda y no se sabe exactamente cuántos son.
"Estamos pidiendo que la población de gente en situación de calle sea incluída en el censo nacional. No hay ningún ítem que nos contenga, porque es solamente de hogares", remarcó Horacio Ávila, referente de la agrupación. "Hace años que estamos invisibilizados, es fundamental que haya un número, cuantitativo y cualitativo, sobre la problemática. Si no, no se pueden aplicar políticas públicas", subrayó.
De manera informal, las organizaciones sociales estiman que a nivel nacional hay unas 100.000 personas deambulando por la vía pública. Aunque no hay registros oficiales, en muchas ciudades se puede ver cómo el conflicto habitacional recrudeció en los últimos años: "Se va incrementando día a día, porque la crisis económica afecta cada vez a más gente", le dijo Ávila a RT. Según sus cálculos, este segmento poblacional "ha aumentado más de un 30 %" en el tiempo reciente, aunque las certezas son pocas.
En parte, el déficit estadístico podría explicarse por las dificultades técnicas que significaría obtener datos de personas que, muchas veces, son difíciles de encontrar, al no estar en un lugar fijo. Para el entrevistado, la verdadera falencia es que "no hay decisión política". Y agregó: "Se puede hacer perfectamente. Si cada provincia organiza su propio censo, no hay posibilidad de no hacerlo. Las organizaciones sociales en la capital hemos hecho dos censos populares, en 2017 y 2019, poniendo cerca de 1.000 personas en la calle, y obtuvimos números reales. El Estado tiene muchos más recursos".
"El presente es muy duro, más ahora que se acerca el invierno"
Proyecto 7 se desempeña hace 20 años y cuenta con cuatro centros de integración, donde reciben a los más vulnerables y les dan un techo, una cama y la posibilidad de ducharse. En efecto, todos los manifestantes que estaban frente al INDEC, gritando al compás de bombos y platillos, ya pudieron dejar la calle y hoy realizan actividades para ayudar a otros: los excluidos de todo.
"Estuve un año y pico viviendo abajo de la cancha de Huracán", comentó Juan José Leal, al recordar sus vivencias del 2014 y 2015, durante el último tramo del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en medio de la desaceleración económica. Sin embargo, gracias a la contención del grupo, pudo recomponerse y planificar un nuevo proyecto de vida. "Me vinculé con mi familia y parte de los problemas se fueron solucionando", contó este hombre de 61 años.
Julio Gabriel Sosa (32) pudo dejar la calle hace tan solo una semana, tras pasar diez años en esa condición: "Hoy tengo una mesa donde comer, antes comía de la basura o pedía", repasó. "La calle es todo un tema. Te levantás a la mañana y tenés que buscar un comedor comunitario o algún desayunadero de una parroquia, para tomar leche caliente con un pan", añadió. Ahora, junto a sus nuevos compañeros, le dice al Estado que no es invisible.
"Queremos acompañarlos para hacer el censo"
Carlos Alberto Gorente vivió en la vía pública entre el 2010 y 2012, "por circunstancias de la vida", resumió. Después de un matrimonio de 23 años, ya ni se hablaba con ninguno de sus siete hijos y tenía rotos sus vínculos familiares, tras haber perdido su trabajo en la admnistración pública, en medio de una severa adicción a la cocaína. "La realidad era muy triste. Si quería ir a un parador del Gobierno de la Ciudad, llegaba a las 14 para entrar a las 19, porque había que hacer fila. Si yo no estaba en condiciones, me maltrataban", expresó. "Me veían mal y no me daban soluciones, me mandaban a la calle. Y cuando entraba, a las cinco de la mañana me daban un café y me tiraban de nuevo afuera. Positivo, para mi vida, no había nada", acotó.
También solía dormir en el hospital Pena, pero al sumarse a Proyecto 7 juntó algo de dinero y pudo alquilarse un lugar donde vivir. "Soy como el ave Fénix, salí de las cenizas", bromeó. Ahora dedica su tiempo para rescatar a otros, pero sabe que para solucionar daños estructurales, se requieren mediciones. "Estamos exigiendo acompañarlos para hacer el censo", sostuvo. A su criterio, históricamente se ha intentado esconder a la gente de la calle y muchos censistas no se atreven a ingresar a los barios más pobres. "Si no estamos nosotros, no va a ser un censo real", opinó.
El año pasado, Argentina aprobó una ley que promueve garantizar los derechos de las personas sin hogar. "Necesitamos saber cuántas son, para que se empiece a trabajar con la legislación", remarcó el hombre. Igualmente, si bien Alberto Gorente no es un estadista, conoce la calle como la palma de su mano y advierte que el contexto cambió: "Ya no predominan los pibes con problemas como el mío, de adicciones o peleas familiares, sino que ahora son familias que pierden el trabajo y no pueden pagar un hotel".
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