Los testimonios de los residentes de Mariúpol revelan que, pese a los ataques y las amenazas del batallón neonazi Azov, la población civil que no abandonó la urbe enfrentó e intentó oponer resistencia a los nacionalistas ucranianos.
Una enfermera local contó a RT que el personal del hospital donde trabaja se negó a atender a los miembros del batallón que querían establecerse allí después de que su propio hospital militar fuera destruido en ataques. "Las enfermeras no querían atender a sus heridos. Cada persona tiene sus razones. Yo tampoco quise", afirmó la mujer.
"[Los miembros del batallón Azov] se comportaban de forma inapropiada", reveló la enfermera. "Y los días 29 y 30 dispararon al hospital desde dos lados", agregó.