Este miércoles, la Policía de Sri Lanka recibió órdenes para disparar sin aviso previo contra los manifestantes a fin de mantener el orden y evitar saqueos en el país, desgarrado por violentas protestas contra la gestión gubernamental de la crisis económica, que estallaron en la nación isleña a finales de marzo.
La crisis económica
La pandemia del covid-19 paralizó el sector turístico, que de 4,4 millones de dólares durante su primer auge en 2018 saltó en 2021 a 200 millones de dólares para luego caer drásticamente.
Según el ministro de Finanzas, Ali Sabry, los crecientes precios del petróleo, que superan los 100 dólares por barril, son otra de las causas de la precaria situación económica.
En marzo, la inflación en Sri Lanka alcanzó a 18,7 % con respecto al mismo periodo del año anterior, por lo que las autoridades anunciaron que solicitarán un rescate del Fondo Monetario Internacional para resolver su creciente crisis de deuda externa y reforzar sus reservas exteriores.
No obstante, a principios de abril el Gobierno se vio obligado a declarar el impago de la totalidad de esa deuda, que asciende a unos 51.000 millones de dólares. En mayo, reveló también que las reservas internacionales a las que puede acceder Sri Lanka no llegan a 50 millones de dólares.
Las protestas cobran fuerza
El 31 de marzo, miles de personas se reunieron cerca de la residencia del presidente de la nación, Gotabaya Rajapaksa, ubicada en las proximidades de la ciudad más grande del país, Colombo, para exigir su dimisión. Los manifestantes prendieron fuego a un autobús de la Policía, que tuvo que recurrir a cañones de agua y gas lacrimógeno para dispersar a quienes intentaban asaltar el edificio.
Tras los enfrentamientos, que se saldaron con 53 detenidos, las autoridades decretaron toque de queda en Colombo y el 3 de abril declararon estado de emergencia nacional. Al día siguiente, todos los miembros del Gabinete ministerial presentaron su dimisión.
Junto con exigencias de formar un nuevo Gobierno, las protestas se extendieron por todo el país. El pasado 6 de mayo, el presidente de la nación volvió a declarar estado de emergencia y otorgó a las fuerzas del orden la autoridad para detener a todo sospechoso.
Nueve muertos y más de 200 heridos
Pese al toque de queda nacional, las protestas se hicieron aún más violentas este lunes. Las autoridades desplegaron tropas en Colombo después que partidarios del Gobierno atacaran a manifestantes que acampaban frente a las oficinas del mandatario, al tiempo que los sindicatos iniciaban una 'semana de protestas' exigiendo un cambio de Gobierno y la dimisión del presidente.
Al menos nueve personas, incluyendo dos policías, murieron en los violentos enfrentamientos, mientras que otras 200 resultaron heridas. La población local, descontenta con la gestión de la crisis, prendió fuego a viviendas de legisladores locales y dañó 136 casas. Las protestas llevaron a la dimisión del primer ministro, Mahinda Rajapaksa, hermano del actual mandatario.
Ante tales hechos, el presidente anunció que nombrará esta semana a un nuevo primer ministro y otro Gabinete, y que tomará los pasos necesarios "para formar un nuevo Gobierno para controlar la situación" y evitar que el país "caiga en la anarquía". "Insto a todos los ciudadanos de Sri Lanka a rechazar los intentos subversivos de empujarlos hacia la discordia racial y religiosa", escribió Rajapaksa en su cuenta de Twitter.