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Embajador ucraniano carga contra Berlín por falta de entregas de armas pesadas: "Parecen esperar un alto al fuego para no tomar decisiones valientes"
Andréi Mélnik cree que la única razón que explica la actitud de Alemania es que "el eco de la antigua política respecto a Rusia todavía resuena en muchas oficinas de Berlín".
El embajador ucraniano en Berlín, Andréi Mélnik, ha vuelto a arremeter contra el Gobierno alemán y el canciller, Olaf Scholz, por su falta de decisión en cuanto al envío de armas pesadas a Ucrania.
A pesar de que el Bundestag lleva tres semanas decidiendo sobre el suministro de este material bélico a Kiev, no ha pasado nada, indicó Mélnik en una entrevista con la Redaktionsnetzwerk Deutschland este viernes. "Tenemos la impresión de que el canciller no quiere entregar" estas armas, destacó.
Cuando se le preguntó si pensaba que Alemania estaba ganando tiempo, Mélnik respondió que "parece que sí", señalando que "se puede tener la impresión de que están esperando a que haya un alto al fuego. Entonces, la presión desaparecerá de Alemania y no habrá que tomar más decisiones valientes. Es una lógica pérfida, que se abandone a la gente", indicó el embajador.
Hasta ahora no se han entregado ni los blindados Gepard, ni los tanques Leopard 1 o los Marder, criticó el embajador. Asimismo, indicó que el anunciado intercambio de anillos de tanques T-72 para Ucrania desde Eslovenia tampoco ha funcionado porque "Alemania no ha ofrecido a Eslovenia un reemplazo adecuado", resaltó Mélnik.
El diplomático también cree que la postura de Scholz para prevenir estar envuelto en un conflicto "es muy exagerada", porque Alemania "no actúa sola" sino en coordinación con los socios occidentales. Sin embargo, para Mélnik, la única razón que explica la actitud de Alemania es que "el eco de la antigua política respecto a Rusia todavía resuena en muchas oficinas de Berlín".
Asimismo, el embajador ucraniano señaló que a Ucrania le "inquieta e irrita" que Scholz, quien se describe como "un gran amigo de Ucrania", no quiera viajar a Kiev. "Esta incomprensible reticencia es también una señal certera, y además equivocada", concluyó.
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