Un equipo de científicos británicos estudió en detalle la zona de velocidad ultrabaja (ULVZ, por sus siglas en inglés), que se ubica en las profundidades del manto terrestre por debajo de las islas de Hawái.
El fenómeno recibió su nombre por su capacidad de ralentizar las ondas sísmicas. Previamente, los investigadores ya habían tomado las 'imágenes' de la roca mediante esas mismas ondas, registrando sus ecos para mapear la estructura. No obstante, solían ser "granulosas y difíciles de interpretar", indica un comunicado de la Universidad de Cambridge.
Para superar las limitaciones del método, los científicos británicos utilizaron el método de modelización numérica. "Realmente estamos superando los límites de la computación moderna de alto rendimiento para las simulaciones elastodinámicas, aprovechando las simetrías de onda que antes no se notaban o no se usaban", indica uno de los investigadores, Kuangdai Leng.
Como resultado, los investigadores descubrieron que la ULVZ se inicia a una profundidad de 2.791 kilómetros y tiene un grosor de aproximadamente 20 kilómetros, acabándose a unos 100 kilómetros del límite entre el núcleo y el manto. En el plano horizontal, se extiende a entre 600 y 900 kilómetros. Asimismo, se demostró que la estructura reduce la velocidad de las ondas sísmicas en el 40 %. Esa observación corrobora la suposición de que contiene mucho más hierro y es más densa que las rocas vecinas.
"De todas las características interiores profundas de la Tierra, [las zonas de velocidad ultrabaja] son las más fascinantes y complejas. Ahora tenemos la primera evidencia sólida que muestra su estructura interna: es un hito real en la sismología de la tierra profunda", afirma el colega de Leng, Zhi Li.
¿Rocas antiguas o fuga del núcleo?
Por su parte, Sanne Cottaar, quien encabezó el equipo, opina que las diferencias entre la ULVZ y las rocas circundantes supondría el origen especial del fenómeno.
"Es posible que este material rico en hierro sea un remanente de rocas antiguas de la historia temprana de la Tierra o incluso que el hierro se esté escapando del núcleo por un medio desconocido", explica la investigadora. Indica que la lava expulsada por los volcanes de Hawái es consistente con la hipótesis.
"Los basaltos de las erupciones de Hawái tienen firmas isotópicas anómalas que podrían apuntar a un origen de la Tierra primitiva o a una fuga desde el núcleo, lo que significa que parte de este material denso acumulado en la base debe ser arrastrado a la superficie", señala Cottaar.
El estudio, publicado este jueves en la revista Nature Communications, es solo el inicio del análisis de las ULVZ, opina Li. "Estas zonas de baja velocidad son una de las características más intrincadas que vemos en profundidades extremas: si ampliamos nuestra búsqueda, es probable que veamos niveles cada vez mayores de complejidad, tanto estructural como química, en el límite entre el núcleo y el manto", afirma el científico.
Si te ha parecido interesante, ¡compártelo con tus amigos!