Descubren que las infecciones por parásitos intestinales en herbívoros podrían tener efectos beneficiosos para los ecosistemas terrestres
La infección parasitaria no letal sufrida por los ciervos, caribúes, bisontes, entre otros rumiantes, podría tener beneficios sobre los ecosistemas terrestres al alterar el comportamiento de los animales, de acuerdo a los resultados de una novedosa investigación dirigida por la Universidad de Washington.
Según explican los expertos, es común que los mamíferos estén infectados por parásitos no letales, entre ellos un tipo de gusanos gastrointestinales conocidos como helmintos. A pesar de que en la mayoría de los casos las infecciones con este patógeno no representan un riesgo de muerte, puede provocar que los huéspedes cambien sus hábitos alimenticios.
En este contexto, con el fin de dar cuenta de las consecuencias en cascada que las infecciones parasitarias no letales tienen sobre los ecosistemas terrestres, los académicos utilizaron un modelo matemático y un metaanálisis global para comprobar los efectos de las infecciones parasitarias en las poblaciones de caribúes y la distribución de las plantas y líquenes de los que se alimentan.
Como resultado, los académicos lograron determinar que cualquiera de los tres tipos de daños causados por las infecciones de helmintos –el daño a la supervivencia del huésped, así como afectación a las tasas de alimentación y reproducción– puede provocar un efecto cascada dentro de la cadena trófica. A mayor número de ejemplares infectados, mayor cantidad de biomasa vegetal se conserva en los ecosistemas; es decir, un "mundo con más infecciones parasitarias subletales es un mundo más verde".
"Los parásitos son bien conocidos por sus impactos negativos en la fisiología y el comportamiento de los huéspedes […], pero estos efectos rara vez se consideran en el contexto de los ecosistemas más amplios en los que habitan […]. En este estudio demostramos que las infecciones parasitarias generalizadas reducen las tasas de herbivoría y, por lo tanto, tienen el potencial de afectar directamente a las comunidades vegetales", dijo Amanda Koltz, coautora de la investigación, publicada recientemente en PNAS.
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