Este domingo 19 de junio el conservador Partido Popular (PP) ha ganado las elecciones regionales celebradas en Andalucía, la región más poblada de España, con más de ocho millones de habitantes. Se trata de una victoria histórica, consiguiendo por primera vez desde la vuelta de la democracia al país una mayoría absoluta en una Comunidad Autónoma que estuvo gobernada durante 37 años, hasta 2018, por el Partido Socialista.
Los 58 diputados que ha obtenido Juanma Moreno Bonilla, líder del PP, son tres más de los 55 necesarios para contar con la mayoría absoluta del Parlamento regional, que cuenta con 109 miembros. Un resultado que lo libera de la posibilidad de pactar con la ultraderecha de Vox, que ahora resulta irrelevante para la gobernabilidad de la región.
Los escaños alcanzados por la candidatura encabezada por Moreno Bonilla suponen más del doble de los 26 que ganó su partido en los anteriores comicios de 2018.
Por su parte, el Partido Socialista, que ocupa el Gobierno nacional con Pedro Sánchez a la cabeza, obtuvo 30 escaños, su peor resultado histórico en Andalucía. Así, la candidatura de Juan Espadas ha conseguido tres asientos menos que en los comicios de 2018, donde fue la primera fuerza representada aunque no logró formar gobierno.
En el caso del partido de ultraderecha Vox, sus aspiraciones durante la campaña se desinflaron tras el recuento electoral. Los al menos 20 diputados a los que aspiraban se quedaron tan solo en 14, si bien son dos más de los obtenidos en 2018. Entonces, apoyaron el Gobierno de Moreno desde fuera, pero esta vez manifestaron su intención de condicionar su apoyo a su entrada en el Ejecutivo, algo que ahora no es necesario.
Los logros de PP y Vox contrastan con la debacle de Ciudadanos, el partido conservador moderado que fue socio menor del Gobierno de Moreno Bonilla en la anterior legislatura. No consiguió ni un solo escaño y se encamina a su desaparición.
A la izquierda del Partido Socialista también se produjo el desastre, fruto, entre otras cuestiones de las peleas internas de varias corrientes. Si bien hasta siete partidos se pusieron de acuerdo para presentar una candidatura unitaria, encabezada por Inma Nieto, no se consiguió la unión de una de las corrientes con más tirón entre el electorado andaluz, liderada por Teresa Rodríguez.
Los primeros, Por Andalucía, han obtenido cinco escaños y los segundos, Adelante Andalucía, ganaron dos. Cuando concurrieron juntos a las elecciones cuatro años atrás lograron 17 asientos, mientras que si lo hubieran hecho ahora habrían alcanzado seis escaños más, hurtando al PP la mayoría absoluta.
Repercusiones nacionales
Estas elecciones regionales también tienen lecturas en clave nacional. En el caso del PP, podrían significar un respaldo al nuevo líder nacional, Alberto Núñez Feijoó, recién llegado al cargo después de una grave crisis interna que se saldó con la marcha del anterior presidente del partido, Pablo Casado, y la aclamación por unanimidad de Feijoó, que era presidente de Galicia, donde había triunfado en cuatro comicios.
Sin embargo, esta interpretación se encuentra con algún obstáculo, como la poca utilización de la marca de partido que hizo durante la campaña Moreno Bonilla, que apostó por la marca personal y por un perfil bajo, huyendo de las estridencias y los enfrentamientos.
Justo lo contrario de la campaña protagonizada por Macarena Olona, candidata en Andalucía de Vox. Su llegada al escenario andaluz estuvo envuelta en polémica, toda vez que se empadronó en la región de manera irregular para poder concurrir a los comicios. Sus intervenciones estuvieron marcadas por un tono elevado y por el ataque a la inmigración y el feminismo.
En clave nacional sus resultados pueden dar la pista de que el PP no necesita a Vox para gobernar y hacer que muchos votantes giren hacia el voto útil que pueden representar los populares.
En el caso de los socialistas, está por ver si este resultado, que sucede a las derrotas en Madrid y Castilla y León, afectará a la formación a nivel nacional. Pedro Sánchez debe convocar comicios a finales del año que viene, si no opta por un adelanto electoral, y el camino podría ser cuesta arriba. Su gestión se ha visto marcada por la pandemia, la mayor nevada en 50 años y la erupción de un volcán, entre otros avatares, y ahora la población muestra su descontento por el encarecimiento de la vida lastrado por los precios de las energías y el conflicto en Ucrania.