Los peores presagios se cumplieron. Un año después de que El Salvador aprobara declarar el bitcóin como la segunda moneda de curso legal, el criptoactivo se ha ido a pique y con él varios de los ambiciosos planes del presidente Nayib Bukele.
La promesa del mandatario 'más cool' de la región de construir un paraíso para inversionistas en bitcóin, rodeado de playas paradisíacas, facilidades burocráticas de nacionalización y apetitosas exenciones fiscales ha quedado abruptamente postergada, pero lo grave es que las consecuencias implican más que la renuncia a un proyecto.
En las últimas semanas, los bonos soberanos de El Salvador han caído en más de 30 %, su deuda ha sido degrada por varias calificadoras y algunos medios, como Bloomberg, estiman que el país centroamericano ha perdido al menos 56 millones de dólares invertidos en bitcóin. Esta última cifra podría parecer mínima, pero para la economía salvadoreña constituyen una alarmante señal de cara al futuro de ese criptoactivo.
Las promesas incumplidas
A mediados del año pasado, cuando se aprobó la Ley Bitcóin, el Gobierno de Bukele prometió que su implementación ampliaría la inclusión financiera de la población (en un país con casi 70 % de personas fuera del sistema bancario), permitiría incrementar el envío de remesas sin comisiones abusivas y apuntalaría "el crecimiento económico del país".
Aunque al principio el entusiasmo por el bitcóin se vio impulsado por el comportamiento relativamente alcista de la criptomoneda, lo cierto es que los más recientes datos de la economía salvadoreña ponen en duda que se hayan logrado algunos de los objetivos que impulsaron la promulgación de la normativa.
Un estudio publicado en abril por el National Bureau of Economic Research detalló que solo 20 % de los salvadoreños siguió usando la Chivo Wallet (la plataforma local desarrollada por el Ejecutivo) después de usar el bono de 30 dólares otorgado por el Estado. Los datos de la investigación surgieron de una encuesta a 1.800 hogares con entrevistas cara a cara, ya que no hay documentación de acceso público que permita evaluar el impacto de las medidas de la administración de Bukele, especialmente las que involucran al bitcóin.
Las cifras que sí se conocen son las de remesas. Si bien se estima que más del 20 % del PIB del país centroamericano depende del dinero que envían sus ciudadanos fuera de El Salvador, los datos del Banco Central de Reserva (BCR) revelan cuán efectiva ha sido la política económica del Gobierno cuando se refiere al uso de criptomonedas.
En el caso de las remesas, el monto total entre enero y mayo de este año se elevó en un 3,9 % con respecto al mismo período de 2021, para alcanzar los 3.145 millones de dólares. Sin embargo, de esa cifra, solo 51,98 millones de dólares se recibieron a través de criptomonedas, es decir, solo el 1,65 %.
Es difícil determinar si esos ingresos fueron a través de la Chivo Wallet porque no hay un registro de acceso público sobre las transacciones, pero lo que revela es que el cambio de modelo para el envío de remesas no se ha producido de manera dramática con la entrada en vigor de la Ley Bitcóin.
El punto más dramático es la ralentización del crecimiento económico que ansiaba Bukele. El buen desempeño de El Salvador en 2021 contrasta con los pronósticos reservados para este año, que proyectan una expansión más modesta con respecto al resto de los países de Centroamérica.
Bukele intenta surfear con la marea baja
La abrupta caída de los precios del bitcóin –que se ha desplomado más de 50 % en solo seis meses–, las presiones de deuda, la rebaja de la calificación de la economía, la opacidad en el manejo de información pública sobre el desempeño de las políticas económicas y las constantes advertencias de los organismos internacionales, han provocado un clima de desconfianza que parece difícil de revertir en el corto plazo.
El recelo también se ha extendido en el propio Gobierno, que ha postergado el cacareado lanzamiento de los 'bonos volcán'. Esos papeles implicaban una emisión equivalente a 1.000 millones de dólares que servirían no solo para dinamizar la economía, sino también para financiar la construcción de Bitcoin City, una suerte de orbe ideada para albergar a los entusiastas de la criptomoneda con capacidad geotérmica propia para minar a mínimo coste.
Pero el génesis de ese Edén fiscal –que iba a estar ubicado entre los municipios de La Unión y Conchagua, el la costa oeste de El Salvador– ha quedado suspendido. Bukele, mientras tanto, surfea la incertidumbre con llamados a la calma, mientras el ministro de Hacienda asegura que el país "no ha tenido pérdidas" porque las monedas adquiridas no han sido vendidas.
Los únicos reportes de compra y venta que se conocen son los tuits del mandatario salvadoreño, por lo que medios estiman que El Salvador contaría con poco más de 2.300 bitcoines acumulados. La inversión más reciente fue a principios del mes de mayo, cuando Bukele anunció la adquisición de 500 unidades a una tasa promedio de 30.744 dólares. Hoy, la criptomoneda se transa en 20.689,10 dólares.
La esperanza del Gobierno es que terminen las horas bajas de la criptomoneda y se multiplique su cotización en dólares, pero hasta que esa hora llegue (si es que ocurre), organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) insisten en recomendar a Bukele que revierta la Ley Bitcóin, casi al mismo tiempo que el Banco Mundial se niega a dar asistencia técnica al país para implementar esa normativa, a pesar de que la petición de ayuda la hizo el propio Ministerio de Hacienda.
Así, a un año de su puesta en marcha, la promesa de Bukele de convertir a El Salvador en el país más amigable con las criptomonedas se ha convertido en una arriesgada jugada que podría acarrearle apuros fiscales. La frágil economía afronta el vencimiento de un papel por 800 millones de dólares en 2023, no ha logrado acceder a un financiamiento con el FMI por 1.400 millones de dólares y ha tenido que poner en el refrigerador a los bonos volcán con los que pretendía tener obtener liquidez este año.
El panorama internacional tampoco ayuda a insuflar optimismo y Bukele lo sabe. Por eso, lejos de la narrativa incendiaria que suele usar en redes sociales, el mandatario salvadoreño ahora intenta transmitir sosiego: "Mi consejo: dejen de ver la gráfica [de la caída en picada del bitcóin] y disfruten la vida", escribió.
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