A 48 años de la muerte del general Juan Domingo Perón, líder histórico del movimiento Justicialista de Argentina, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández se presentarán en actos divididos para conmemorar al símbolo del peronismo que ambos integran.
Esto muestra que la relación entre ambas figuras políticas, tal vez las de mayor peso en el país en la actualidad es, cuanto menos, tensa. En los últimos meses, fueron varios los cruces discursivos que hicieron notar sus diferencias políticas.
El mandatario encabezó este viernes el acto en homenaje al tres veces presidente constitucional en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central sindical argentina, en la ciudad de Buenos Aires. Por su parte, la viuda de Néstor Kirchner se presentará el sábado en el partido bonaerense de Ensenada, junto a su hijo, el diputado Máximo Kirchner, el intendente Mario Secco y el gobernador Axel Kicillof, todos cercanos a la vicepresidenta.
El Gobierno de Argentina no pasa por su mejor momento, aunque difícilmente se pueda mencionar uno. En marzo de 2020, a tres meses de asumir el mando, Alberto Fernández se topó nada menos que con una pandemia mundial, y aún antes de poder superarla debió hacer frente a la deuda récord que tomó su antecesor, Mauricio Macri, con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por 44 millones de dólares.
Ahora, con el acuerdo de reestructuración de la deuda firmado y con casi el 90 % de la población vacunada contra el coronavirus, la Casa Rosada se ve atravesada por una disputa interna que se agudiza cada semana, y que le impide encauzar el rumbo económico con la fortaleza política necesaria para los desafíos que tiene por delante.
Una relación en crisis
Después de mantenerse en silencio por varios meses, la vicepresidenta Cristina Kirchner lanzó una primera crítica al Ejecutivo que ella misma integra cuando, en octubre de 2020, publicó una carta en la que dijo, sin más, que "hay funcionarios que no funcionan".
"Si algo tengo claro es que el sistema de decisión en el Poder Ejecutivo hace imposible que no sea el presidente el que tome las decisiones de gobierno. Es el que saca, pone o mantiene funcionarios. Es el que fija las políticas públicas", dijo, marcando una clara distancia sobre el rumbo asumido por Alberto Fernández.
Ese fue solo el comienzo, porque los cuestionamientos continuaron hasta hoy. El lunes 20 de junio, durante un acto por el Día de la Bandera, la exmandataria y mentora de la alianza Frente de Todos, con la que el presidente Fernández ganó las elecciones, puso en tela de juicio el manejo de los recursos destinados a la asistencia social, que en cierta forma son administrados por los líderes de las propias organizaciones barriales.
"El Estado nacional debe recuperar el control y la auditoría de las políticas sociales, que no pueden seguir tercerizadas. Eso no es peronismo, el peronismo es 'laburo', es trabajo. El peronismo no es depender de un dirigente barrial para que nos den el alta y la baja" en los distintos programas, señaló.
La mirada de Evita
Con sus dichos, Cristina Fernández puso la lupa sobre el Movimiento Evita ["Si Evita (Eva Perón) los viera", dijo] y los planes Potenciar Trabajo, que otorgan un ingreso de 16.500 pesos (unos 133 dólares) a personas sin empleo formal, a cambio de 4 horas de trabajo en distintos oficios. Si bien el dinero baja directamente hacia sus beneficiarios desde el Ministerio de Desarrollo Social, los planes se gestionan a través de cooperativas que son encabezadas por agrupaciones oficialistas o de izquierda.
En el caso del Movimiento Evita, su máximo dirigente, Emilio Pérsico, es a la vez secretario de Economía Social de la cartera que dirige Juan Zabaleta, por lo que tiene una fuerte influencia en el reparto de asignaciones. Para la vicepresidenta del bloque de Diputados del oficialismo, Cecilia Moreau, el dirigente está "de los dos lados del mostrador".
En el acto de este viernes, el jefe de Estado estará acompañado por Pérsico y Fernando 'Chino' Navarro, también del Evita y enfrentado a Cristina Kirchner. Ambos criticaron duramente los dichos de la vicepresidenta, a quien acusaron de estar alejada de los sectores populares. "Hace mucho que no va a un barrio", fustigó Navarro en declaraciones a radio Futurock.
El uso de la lapicera
A principios de junio, en el último acto que el presidente y su vice compartieron después de tres meses de mostrarse por separado, la exmandataria le pidió a Alberto Fernández que "use la lapicera" para administrar las tensiones sociales "en favor de las grandes mayorías".
"Te pido que uses la lapicera con los que tienen que darle cosas al país", dijo. En pocas palabras, le sugirió que implemente medidas para que los grandes grupos económicos pongan su parte en la recuperación económica y la redistribución del ingreso que los movimientos peronistas pregonan.
Este viernes, en el acto de la CGT, Fernández respondió: "El poder no pasa por ver quién tiene la lapicera, el poder pasa por ver quién tiene la capacidad de convencer. Convencer es una tarea mucho más ardua, pero es más segura", afirmó. Y recordó a Perón al subrayar que el líder "convenció a millones de argentinos que hasta el día de hoy lo sienten vivo, nunca necesitó de una lapicera".
Ya en marzo, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional suscitó confrontaciones al interior del Frente de Todos, entre los que piden terminar con el tono "moderado" del presidente y avanzar hacia un modelo más agresivo en términos redistributivos.
Incluso, varios legisladores del 'cristinismo' decidieron votar en contra del acuerdo que se debatió en el Congreso, por considerar que las exigencias del Fondo conllevan a un ajuste que golpeará a las clases trabajadoras, en medio de una inflación descontrolada —acumula 60,7 % interanual— y salarios que no alcanzan.
Ambas figuras del peronismo reconocen las tensiones y, aunque les incomodan, no dejan de considerarlas parte del debate político necesario para cualquier fuerza que se pretenda transformadora, máxime si se trata de un espacio heterogéneo como lo es el Frente de Todos.
"El que quiera gobernar Argentina sin tensiones ni conflictos, que se postule a la presidencia de Suiza", ironizó Cristina Kirchner el mes pasado.
La preocupación, tanto de un lado como del otro de la grieta interna, pasa por sostener y aún reforzar la unidad del FdT de cara a 2023, cuando se defina la continuidad del peronismo en el poder o la posible vuelta del macrismo u otro espacio de derecha.
El miércoles, Fernández sostuvo que la alianza que encabeza está "bien", afirmó que la vicepresidenta Cristina Fernández "no es su enemiga" sino que a veces tienen diferentes miradas, y apostó por la realización de elecciones internas para que surja de allí el candidato con mayor apoyo para ganar la Presidencia el año próximo. "El mejor peronismo es el que está movilizado, compite, discute y debate", aseguró.