El presidente de Argentina, Alberto Fernández, y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunieron de urgencia para tratar de resolver sus diferencias y mitigar el impacto político, económico y social provocado por la escandalosa renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán.
La cita se concretó el lunes por la noche, en el fin de un día agitado en el que la nueva ministra, Silvina Batakis, tomó posesión del cargo en medio de una fuerte tensión cambiaria, especulaciones periodísticas y presiones opositoras.
El encuentro generó una fuerte expectativa, ya que los principales líderes políticos del país protagonizan desde hace meses un fuerte enfrentamiento que los ha distanciado a tal punto que en las últimas semanas ni siquiera se habían comunicado telefónicamente.
La última vez que ambos protagonizaron un evento público fue el 3 de junio, pero incluso en ese momento Fernández de Kirchner no escatimó críticas públicas tanto para el presidente como para otros "funcionarios que no funcionan", como viene denunciando desde 2020.
Uno de ellos era Guzmán, quien finalmente el sábado pasado, luego de meses de tensiones, renunció en el mismo momento en el que la vicepresidenta aprovechaba un homenaje al expresidente Juan Domingo Perón para reiterar sus cuestionamientos al Gobierno del cual ella misma forma parte. Su principal reclamo es el cambio de la política económica.
El domingo por la tarde, la presidenta de la organización humanitaria Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien es muy cercana a ambos dirigentes, llamó por teléfono al presidente y le pidió que buscara a la vicepresidenta para atemperar la incertidumbre que cubría al país.
La intermediación surtió efecto. La noche del domingo, "los Fernández" por fin hablaron por teléfono y acordaron que la sucesora de Guzmán sería Silvina Batakis, exministra de Economía de la provincia de Buenos Aires y quien actualmente ocupaba el cargo de Provincias del Ministerio del Interior.
Disputas
Desde que la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones de 2019, de inmediato surgieron las dudas sobre quién ejercería realmente el poder. La prensa opositora apostó a que el presidente sería "el títere" de la vicepresidenta.
La desconfianza se debe a que, a principios de ese año, la dos veces presidenta era la principal candidata del peronismo para postularse por tercera vez y tratar de evitar la reelección de Mauricio Macri. Sin embargo, a sabiendas de que tenía altos niveles de rechazo en la sociedad, decidió que el abanderado sería Fernández, su exjefe de Gabinete, y que ella sería su compañera de fórmula.
En ese momento se consideró como una jugada maestra, ya que desconcertó por completo a sus propios seguidores, pero también a sus críticos. Nadie esperaba que hiciera a un lado su protagonismo, que decidiera ocupar la segunda fila y que definiera a otro candidato presidencial.
La premisa política advertía: "Con Cristina no alcanza; sin Cristina no se puede", lo que significaba que el 30 % de apoyo inamovible con el que Fernández de Kirchner cuenta desde hace años era insuficiente para ganar las elecciones, pero al mismo tiempo, imprescindible para que el peronismo recuperara el poder.
El anuncio consolidó al Frente de Todos, una alianza conformada por partidos y agrupaciones peronistas que hasta entonces, acosados por rencores mutuos, mantenían una diáspora. Pero se unieron, se organizaron. Y ganaron.
Para ello, contaron con la invaluable ayuda de Macri. El fracaso de su Gobierno, que empobreció al país y lo dejó sumido en una profunda crisis económica, fue fundamental para que la mayor parte de la población volviera a elegir al peronismo.
Sin embargo, la unidad de la alianza gobernante comenzó a ser puesta en duda a fines de 2020, cuando Fernández de Kirchner empezó a criticar públicamente al presidente y a algunos ministros. Ya fuera en discursos públicos, a través de cartas o de mensajes en sus redes sociales.
Ruptura
Los frecuentes cuestionamientos de la vicepresidenta obligaron a Fernández a aclarar a cada rato: "el presidente soy yo", pero en cada evento oficial se fue haciendo más evidente la soledad y debilidad política que lo estaba acosando.
De poco servía que el presidente asegurara que era él y no Fernández de Kirchner quien tomaba las decisiones de Gobierno. En medio de esa tensión llegaron las elecciones legislativas del año pasado en las que el peronismo obtuvo los peores resultados de su historia. Las peleas se intensificaron ante el intercambio de culpas por la derrota.
A ello se sumó más tarde el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional con el que Fernández de Kirchner nunca estuvo de acuerdo. Tanto que, en cuanto culminó la renegociación, Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, detonó una bomba política al renunciar a la presidencia de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados. Y lo hizo a través de una carta en la que abundaron reproches al presidente.
Fernández de Kirchner exigió cambios en el gabinete a los que el presidente se negó. En respuesta, los funcionarios kirchneristas pusieron sus puestos "a disposición". La crisis política fue total, con reclamos, críticas, denuncias e intercambio de acusaciones en la alianza peronista.
La semana pasada la alianza peronista ya estaba resquebrajada, envuelta en disputas internas, algunas más públicas y graves que otras, pero terminó de estallar con la renuncia de Guzmán, la cual, a su vez, fue antecedida por la salida del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, otro de los funcionarios que, según la vicepresidenta, no funcionaban.
La incertidumbre se profundizó de tal manera que hace meses que se duda del rumbo que tomará el Gobierno. O quién renunciará primero, si la vicepresidenta o el presidente. Ambos escenarios auguran una catástrofe institucional en un país que padece inflación y devaluación récord, con niveles de pobreza que rondan el 50 %.
Por eso la inesperada reunión del lunes entre Fernández y Fernández de Kirchner abre la puerta a una reconciliación política que esperan millones de ciudadanos que están padeciendo el impacto de una nueva crisis económica.
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