Las propiedades y los alquileres se encarecieron. El poder adquisitivo se desplomó. La capacidad de ahorro, también. Los precios de los productos y servicios en todo tipo de negocios se están remarcando casi a diario. La confianza en el Gobierno es escasa. Lo único estable, por ahora, es la incertidumbre política y económica.
Este es el panorama que enfrenta la sociedad argentina después de que el sábado pasado el ministro de Economía, Martín Guzmán, renunciara acosado por las presiones de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien desde hace tiempo lo quería afuera del Gabinete. El presidente Alberto Fernández trató de sostenerlo pero, al final, ya no pudo.
El sábado por la noche, al confirmarse la renuncia, los argentinos se prepararon para el escenario del lunes, a sabiendas de que la respuesta de "los mercados" sería negativa. Ya tienen amplia experiencia. El desplome de la bolsa y las corridas bancarias que empujan las recurrentes devaluaciones son la norma. El sentido del humor, la viralización de memes, atemperó la preocupación.
Es una nueva crisis, una más de un país que arrastra traumas como las hiperinflaciones de 1989 y 1990, cuando los precios aumentaron más del 3.000 %, o el decomiso de los ahorros que en 2001 terminó con el Gobierno de Fernando de la Rúa y que profundizó el empobrecimiento que ya había comenzado durante la gestión de Carlos Menem debido a la ficción de equiparar un peso a un dólar, la famosa "convertibilidad" que terminó en un desastre social.
Cada uno de estos episodios se revive en estos días en los que todo es inestabilidad. Por eso, el domingo, horas después de la renuncia del ministro, las ventas de electrodomésticos aumentaron un 35 %. Los argentinos ya sabían que se venían alzas drásticas y trataron de prevenirse.
Pero los especuladores siempre tienen la última palabra. A partir del lunes, los proveedores dejaron de vender múltiples productos para tratar de sacarles una mayor tajada en los próximos días, una vez que el mercado cambiario, al que están atados los precios, se estabilice. Si es que eso ocurre. Muchos negocios incluso cerraron sus puertas para acaparar la mercancía.
Todo ello empeorará todavía más el panorama en uno de los países con mayor inflación a nivel mundial, ya que, en los últimos cinco años, la inflación en Argentina osciló entre el 25 % y el 53 %. Para 2022, se preveía un nuevo récord del 60 %, pero los cálculos más pesimistas ya la elevan hasta un 90 %.
Caos
En supermercados, locales de ropa y almacenes la remarcación de precios, con aumentos de hasta el 30 %, también estalló el lunes. Para muchos otros productos es imposible establecer por ahora costos de referencia. Por eso, por ahora no se pueden elaborar presupuestos. Cualquier cifra que se pacte quedará desactualizada en cuestión de días.
El caos se reflejó también en las quejas de los usuarios que durante el primer día hábil posterior a la renuncia de Guzmán no podían hacer transacciones electrónicas por la saturación de las páginas de los bancos. El temor a que les impidan disponer de su dinero, como ocurrió en 2001, sigue latente. Las casas de cambio, por su parte, ni siquiera abrieron.
La afectación en los ingresos es inmediata porque la economía argentina depende del dólar. Y, en un caso inusual en el mundo, aquí el dólar tiene múltiples precios y el más caro es el que termina definiendo el alza en pasajes de avión, vehículos, alimentos, materiales de construcción y todo tipo de productos y servicios.
Durante el último mes, por ejemplo, la divisa en el mercado oficial pasó de 121 a 132 pesos, pero es una moneda con fuertes restricciones. Los ahorristas autorizados pueden comprar un cupo de 200 dólares mensuales, pero solo el lunes adquirieron en conjunto 587 millones de dólares, una cantidad récord, lo que obligó al Banco Central a intervenir de urgencia y vender 1.500 millones de dólares para evitar una mayor corrida.
En el caso del "dólar blue", el eufemismo con el que se ha bautizado la divisa que se compra y vende en un mercado paralelo e ilegal, la situación es todavía peor, ya que en un mes aumentó de 205 a 239 pesos.
Ese fue el precio al que cerró el viernes, pero el lunes, ya sin Guzmán en el ministerio de Economía, se disparó hasta los 280 pesos, y aunque terminó la jornada en 260 pesos, es previsible que seguirá subiendo.
"El blue es un mercado marginal", afirmó la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, en una de sus primeras definiciones. Tiene razón, pero el problema es que, a pesar de su marginalidad, es la cotización que influye en la vida cotidiana de un país en el que las propiedades se compran y venden en dólares, en donde hay restricciones para las exportaciones y es muy difícil cobrar en dólares los trabajos que se realizan para clientes en exterior. Todo se pesifica a la cotización oficial, es decir, a menos de la mitad del "otro" dólar.
Versiones
La incesante inflación y devaluación están acompañadas por la pelea que desde hace meses mantienen el presidente y la vicepresidenta, quienes recién se reunieron el lunes por la noche después de más de un mes de no verse.
Los desacuerdos que ambos han hecho públicos ya sea a través de discursos, cartas o mensajes en las redes sociales, son azuzados por la prensa opositora que disemina versiones que apuestan por la ruptura total del Gobierno o que analizan cada decisión como una victoria o una derrota del "albertismo" o del "kircherismo.
En la conversación pública también sobresalen políticos y periodistas que incluso hablan de forma más alarmista y anticipan los peores escenarios.
El periodista Ernesto Tenembaum, por ejemplo, aseguró que la vicepresidenta quería darle un golpe de Estado al presidente, versión que fue respaldada por Patricia Bullrich, presidenta del conservador partido Propuesta Republicana y una de las principales candidatas presidenciales de la derecha rumbo a las elecciones generales del próximo año.
Este martes se generó otra controversia luego de que se filtrara un audio en el que el periodista Alejandro Bercovich comenta que, con la salida de Guzmán, el Gobierno está terminado y lo mejor sería que el presidente también renunciara.
Aunque la difusión del mensaje privado era ilegal, tuvo amplia repercusión porque abona a las teorías extremistas que no le ven futuro alguno a Fernández al frente del Gobierno o que, de mínima, vaticinan más cambios en el Gabinete.
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