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La Justicia de Argentina condena a entre 4 años de prisión y cadena perpetua a 19 represores en la 'megacausa de Campo de Mayo'

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En el proceso declararon 300 testigos sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.
La Justicia de Argentina condena a entre 4 años de prisión y cadena perpetua a 19 represores en la 'megacausa de Campo de Mayo'

La Justicia argentina condenó este jueves a penas de entre cuatro años de cárcel y cadena perpetua a 19 represores que cometieron delitos de lesa humanidad que afectaron a 350 víctimas durante la última dictadura militar (1976-1983), como homicidios, secuestros, torturas, abusos sexuales, robos y sustracción de menores.

El Tribunal Oral Federal Número 1 de San Martín juzgó los crímenes imprescriptibles ocurridos en la Zona de Defensa IV, a cargo del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo. 

El juicio oral y público había comenzado el 29 de abril de 2019 y desde entonces han declarado más de 300 testigos. 

Según informó la Secretaría de Derechos Humanos, hubo 10 condenas a perpetua para los exmilitares Santiago Omar Riveros, Luis Sadi Pepa, Eugenio Guañabens Perelló, Luis del Valle Arce, Carlos Tamini, Carlos Somoza, Miguel Ángel Conde, Mario Domínguez, Francisco Agostino y Pacífico Britos.

Los demás acusados fueron condenados a penas de entre 4 y 22 años de prisión.

Centro clandestino

Campo de Mayo, que junto con la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) fue uno de los centros clandestinos más grandes operados por una dictadura, dejó un saldo de 30.000 desaparecidos.

Según distintos testimonios, a esta dependencia del Ejército fueron llevadas alrededor de 5.000 víctimas, la mayoría de las cuales no sobrevivió. Tras ser secuestradas en la calle o en sus domicilios, eran trasladadas a Campo de Mayo, donde eran torturadas, en ocasiones hasta la muerte. A las presas embarazadas se les permitía vivir hasta que parían y en ese lapso permanecían maniatadas y torturadas. Una vez nacidos, los bebés les eran arrebatados a las madres, que terminaban asesinadas o desaparecidas.

Para ocultar sus crímenes y terminar el proceso de vejación de las víctimas, los represores argentinos construyeron cientos de fosas clandestinas en donde enterraron miles de cuerpos sin identificar. En más de cuatro décadas, a pesar de los reclamos de los familiares de los desaparecidos, jamás han querido revelar dónde ocultaron esos cadáveres.

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