La llegada de la segunda ola de calor a España no solo levanta las alarmas meteorológicas, sino también las del Gobierno. Este lunes, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, advirtió que había que extremar la prudencia sobre el consumo energético.
En una comparecencia tras el Consejo de Ministros, Ribera apeló al "uso prudente de la energía", en momentos en que no solo hay un "notable" incremento de la demanda, sino que coexiste con una disminución de la generación eólica o fotovoltaica.
Ante el panorama, Ribera pidió "prudencia con respecto al consumo eléctrico". El llamado a la cautela desde el propio Gobierno es al menos inédito en lo que va de año, a pesar de que durante el último año los precios de la energía eléctrica se han disparado en desbandada.
Esta es la segunda ola de calor que padece España en menos de un mes, con temperaturas altas durante el día y en la noche, por lo que el Gobierno hace llamados a extremar precauciones por los riesgos a la salud y el aumento de las probabilidades de incendio.
De hecho, el ministerio de Sanidad y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) mantienen activo el sistema de avisos compartidos para enviar recomendaciones a la población sobre cómo afrontar las altas temperaturas, en eventos extremos, recordó Ribera.
Precios récord
Más allá de la coyuntura por la ola de calor, lo cierto es que la situación puede complicar un tema espinoso para el Ejecutivo: las tarifas del servicio eléctrico.
Al menos en el último año, los precios de la factura de la luz han experimentado subidas históricas, que no solamente castigan los bolsillos de los españoles, sino que han aumentado sustancialmente los beneficios de las compañías.
Aunque el Ejecutivo ha implementado acciones como rebaja del IVA a la electricidad del 10 al 5% o poner un limite al precio del gas, el resultado ha sido magro para las familias que mes a mes enfrentan las facturas, especialmente por la presión inflacionaria que ha tocado el 10,2 % en junio, el nivel más alto desde abril de 1985.
En contravía, el mes pasado, la sola mención de una medida para incrementar el impuesto de sociedades a las compañías que perciben los jugosos –y extraordinarios– ingresos durante la crisis provocó una reacción desproporcionada por parte de algunos empresarios, que compararon la posible subida tributaria de 10% con el holocausto judío.