A medida que la implicación financiera de EE.UU. en el conflicto ucraniano despierta dudas y críticas entre la población del país, se hace cada vez más difícil seguir la pista del dinero y el armamento suministrados a Kiev, señalan expertos.
Últimamente, Washington adoptó un enfoque más fragmentado en lo que se refiere a su asistencia a Ucrania, sea económica o militar, escribe el corresponsal de The American Conservative, Bradley Devlin. "Mil millones de dólares por aquí, otro por allí y, quizá, dos si [las autoridades ucranianas] lo piden amablemente. El dinero y el equipamiento se hace más difícil de rastrear y seguir, pero de todos modos se va por la puerta", subraya Devlin.
Proceso simplificado
El periodista recuerda que el Gobierno estadounidense anunció a primeros de julio otro paquete de ayuda militar a Kiev por valor de 400 millones de dólares. La financiación, autorizada sin demora por el presidente Joe Biden, ya no tiene que contar con el visto bueno del Congreso del país.
El cambio se debe a la drástica subida de los fondos a los que tiene acceso el mandatario estadounidense para brindar apoyo a Ucrania sin solicitar la autorización del Congreso, que la propia legislatura bicameral aumentó en 110 veces, hasta los 11.000 millones de dólares.
Si bien sigue siendo necesario notificar al Congreso de nuevas retiradas de fondos, la medida supone una "libertad de acción significativa" para la Administración Biden y permite brindar ayuda a Ucrania sin pasar por un largo proceso de aprobación, explica Eric Gomez, director de estudios de políticas de defensa en el Instituto Cato.
De este modo, EE.UU. otorgó a su presidente "dinero en efectivo" por valor de miles de millones de dólares que podrá asignar al Gobierno de Kiev a su discreción, señala por su parte el politólogo Dmitri Drobnitski a Vzgliad.
Según explica Drobnitski, el Congreso estadounidense tendría que reunir una mayoría de votos en ambas cámaras, aprobar un proyecto de ley especial o llevar a cabo una investigación para poder bloquear la asistencia a Ucrania. Aun así, solo podría hacerlo 'a posteriori', cuando, por ejemplo, un suministro de armas haya sido entregado.
"Todo suministro militar supone un interés económico"
En opinión del experto, aunque en Washington entienden que Ucrania se convirtió en un agujero negro para la financiación y las armas, no se preocupan demasiado por la falta de control. En este sentido, el politólogo Boris Mezhúyev recuerda que "todo suministro militar supone un interés económico personal tanto del país donante en general como de productores de armas individuales".
En medio de los llamamientos a establecer un mecanismo de control de la ayuda militar que proporciona EE.UU., aumentan también las denuncias de robos y ventas de las armas suministradas a Kiev.
La semana pasada, el director de la Oficina de Seguridad Económica de Ucrania, Vadim Mélnik, reveló que se han producido casos de venta de ayuda militar y humanitaria entregada a su país. Por su parte, el embajador de la República Popular de Lugansk, Rodión Miroshnik, denunció que estas ventas eran gestionadas por la oficina del propio presidente ucraniano, Vladímir Zelenski.
Biden, ¿contra las cuerdas?
Según Mezhúyev, incluso si armas como los lanzacohetes múltiples HIMARS que EE.UU. suministra a Ucrania acaban en el mercado negro, es "muy poco probable" que Washington renuncie a las entregas a Kiev antes de las elecciones intermedias en el Senado. No obstante, subraya que, ante la polémica de generan las multimillonarias ayudas, el propio Joe Biden corre el riesgo de convertirse en objeto de críticas por corrupción.
"El presidente [estadounidense] ahora está en una bifurcación que se intensifica por las próximas elecciones: por una parte, se le acusa de que, pese a los intereses nacionales de EE.UU., apostó demasiado por la victoria de Ucrania sobre Rusia en vez de llamar a las partes a las negociaciones", destaca el experto, señalando que, por otra parte, la clase dirigente del país también acusa a Biden de "tener miedo a una confrontación directa entre Rusia y la OTAN".
El experto señala que la crisis de Ucrania marca también el inicio de una polémica interna en el Partido Repúblicano, ya que —afirma— sus miembros piensan que ganarán las próximas elecciones. Además, estima que el partido elegirá entre dos caminos: de republicanos como el senador Lindsey Graham, que adoptó una posición abiertamente antirrusa, o de otros como el senador Rand Paul, que se adhiere a una postura moderada.