El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, ha respondido con total rechazo a la reciente decisión del regulador nuclear de Japón de aprobar el controvertido plan para verter al océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua radiactiva almacenada en la planta nuclear de Fukushima.
"La eliminación de agua contaminada con energía nuclear en Fukushima podría afectar el medio ambiente marino mundial y la salud pública de los países de la costa del Pacífico. De ninguna manera es un asunto privado de Japón", declaró Wang, agregando que el país nipón "seguramente pagará el precio de su comportamiento irresponsable y dejará una mancha en la historia" si insiste en "anteponer sus propios intereses al interés público de la comunidad internacional".
El agua, que fue utilizada para enfriar los reactores del complejo nuclear de Fukushima tras el accidente de 2011, fue tratada mediante el Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS) y se liberará a alrededor de un kilómetro de distancia de la costa, proceso que se espera comience en 2023 y tarde unos 30 años en completarse.
Aunque el sistema de filtrado ALPS reduce la contaminación radioactiva, el tratamiento actualmente no puede eliminar la presencia de tritio. Esto ha provocado una fuerte oposición por parte de los sindicatos de pescadores de la región, que temen un impacto medioambiental y económico negativo. Además de China, otros países vecinos han expresado su preocupación, como Rusia y Corea del Sur.
El accidente de Fukushima se produjo después de que un terremoto de magnitud 9,0 y un tsunami azotaran la región donde se ubica la planta, ocasionando el peor desastre nuclear desde el de Chernóbil, ocurrido en 1986.