Las autoridades taiwanesas iniciaron este lunes la segunda fase del ejercicio militar anual Han Kuang con fuego real para poner a prueba la preparación de sus fuerzas en materia de defensa aérea, preservación de la capacidad de combate y capacidad de contraataque para repeler un hipotético ataque de la China continental, según anunció el Ministerio de Defensa Nacional de Taiwán. El simulacro durará cinco días y contará con la participación de todos los cuerpos y ramas de las Fuerzas Armadas taiwanesas y de los reservistas.
Las maniobras comenzaron con el despliegue de los cazas estacionados en la parte occidental de la isla a una base aérea en el condado montañoso oriental de Hualien con el objetivo de mantener la preparación para el combate en caso de que los aeródromos de la costa occidental quedaran inoperativos. El avión de transporte Lockheed C-130 Hercules trasladó hasta allí al personal de mantenimiento de los cazas, junto con las piezas de repuesto y el equipo correspondiente, recoge la Agencia Central de Noticias de la isla (CNA).
Los ejercicios también incluirán el despliegue de vehículos móviles de radar militar y buques de guerra, así como la preparación de las fuerzas taiwanesas en las islas periféricas. Por su parte, la líder de Taiwán, Tsai Ing-wen, supervisará este martes un simulacro marítimo a gran escala al este de la isla a bordo de un destructor de misiles guiados de la clase Kee Lung.
Está previsto que en la maniobra participen más de 20 aeronaves y buques de guerra, entre ellos los cazas F-CK-1 Ching-Kuo, Dassault Mirage 2000 y F-16V Block 20, las fragatas clase Chi Yang y clase Cheng Kung, los submarinos clase Chien Lung y las corbetas clase Tuo Chiang, entre otros.
Al mismo tiempo, este lunes comenzó el ejercicio antiaéreo de cuatro días Wan'an para civiles. Las sirenas aéreas marcaron su inicio a las 13:30 horas (hora local) en el norte de Taiwán. En el centro de la isla tendrá lugar el 26 de julio, en el sur el 27 de julio y al día siguiente en la parte oriental y las islas periféricas. Tras la alarma y un mensaje de texto, todos los residentes, incluidos los automovilistas, deben abandonar las calles y pasar media hora en refugios y habitaciones, con las ventanas cerradas y las luces apagadas.