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Bolsonaro y Lula 'cuelan a Dios' en la campaña para lograr la crucial conquista del voto evangélico en Brasil

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Los evangélicos representan casi un tercio de la población brasileña y no cesa de crecer en número de fieles y poder político, económico y mediático.
Bolsonaro y Lula 'cuelan a Dios' en la campaña para lograr la crucial conquista del voto evangélico en Brasil

El poderoso pastor evangélico brasileño Silas Malafaia dice que no sabe por qué que el presidente Jair Bolsonaro le escogió para acompañarle al funeral de la reina Isabel II en Londres.

Pero muchos atribuyen ese gesto, plasmado en la foto en la que aparece presentando sus respetos ante el ataúd de la difunta monarca junto al presidente y la primera dama Michelle Bolsonaro (también evangélica), una intención marcadamente electoral a poco más de una semana de la primera vuelta, el 2 de octubre.

No es de extrañar que la presencia en la comitiva brasileña de este líder de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo que no tiene ningún cargo oficial desatara sospechas. Dice mucho de lo que está en juego.

Fiel aliado y consejero de Bolsonaro, Malafaia es el principal cebo para el electorado evangélico, mayoritariamente bolsonarista, y en buena parte responsable de su victoria en 2018.

Esa confesión representa casi un tercio de la población brasileña y no cesa de crecer en número de fieles y poder político, económico y mediático. Especialmente en los últimos años, con este presidente conservador que, con su lema 'Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos'parece diseñado para ellos.

"Estamos en contra del aborto, de la ideología de género, de la legalización de las drogas y somos defensores de la familia brasileña", suele decir Bolsonaro.

Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, la mitad de la población brasileña –unos 213 millones de habitantes– se declara católico y un 30 % evangélico. Se espera que a finales de esta década ambos grupos presenten los mismos porcentajes. 

En el Congreso, la llamada 'bancada evangélica' está cada vez más presente, y en la actualidad ya suma 112 de los 513 diputados. Este año, el número de candidaturas evangélicas ha crecido un 11 %, hasta los 659 candidatos, en relación a los comicios de 2018 cuando fueron 595.

Un voto crucial

Así que, de nuevo, el voto evangélico será crucial en el duro pulso que se presenta a la vista entre Bolsonaro (67 años) y el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (76).

El patriarca de la izquierda brasileña es favorito en los sondeos, tanto en primera como en segunda vuelta. En la  última encuesta divulgada el jueves por la respetada encuestadora Datafolha, Lula cuenta con un 47 % de intención de voto, frente al 33 % de Bolsonaro. Si se tienen en cuenta los votos válidos (excluidos los blancos, los nulos y los indecisos), alcanzaría el 50 % necesario para ganar en primer vuelta. En la segunda vuelta, el 30 de octubre, el izquierdista ganaría con el 54 %.

Pero entre el votante evangélico, la tendencia se invierte: 53 % dice que votará a Bolsonaro y 34 % a Lula. Hace cuatro años, sin embargo, los evangélicos se declararon bolsonaristas en un 70 %.

Malafaia casó en 2013 a Bolsonaro y a Michelle, ferviente evangélica y que este año participa de manera activa en la campaña de su marido, en un intento de reducir el rechazo de Bolsonaro entre el público femenino y de acercar a su esposo a los evangélicos.

"Es un elegido de Dios" para salvar a Brasil y "ayudar a las mujeres", afirmó Michelle recientemente.

Durante este mandato, Bolsonaro cumplió una de sus promesas de campaña y nombró a alguien "terriblemente evangélico" en la máxima corte: el abogado y pastor de la Iglesia Presbiteriana, André Mendonça.

El ultraderechista –que en 2016, a pesar de ser católico, viajó a Israel para hacerse bautizar como evangélico en las aguas del Jordán– ha contado estos años en su Ejecutivo con más de una decena de evangélicos en puestos de alta responsabilidad.

Fake news religiosas

Consciente de que también los necesita para volver al Palacio de Planalto, Lula, que suma seis campañas presidenciales, se lanzó a la conquista de su favor, aunque lo tiene más difícil: debe medir sus palabras para no defraudar a sus votantes más izquierdistas, que esperan avances en asuntos más progresistas.

En los últimos meses, el petista, defensor del estado laico brasileño y de la libertad religiosa, hizo algunas declaraciones sensibles sobre todo para el sector evangélico. 

Por ejemplo, comentó que, cuando quiere hablar con Dios, no necesita "ni iglesias ni pastores"; que él "no es candidato de una facción religiosa" o que el aborto "debería ser transformado en una cuestión de salud pública".

El exmandatario, además, se ha visto obligado a rebatir 'fake news', que tuvieron mucho impacto en la campaña de 2018, difundidas entre las iglesias evangélicas, una de las cuales afirmó en agosto que, en caso de que llegue a la presidencia, Lula cerrará iglesias.

En su defensa, el PT difundió una foto del líder izquierdista con las palmas de las manos en gesto de oración, con el mensaje: "Lula es cristiano, nunca cerró ni cerrará iglesias".

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