Líderes indígenas denunciaron en la Semana del Clima en Nueva York, que se celebra del 19 al 25 de septiembre, la comercialización y extracción de oro ilegal en sus territorios en Brasil y pidieron a grandes marcas internacionales que dejen de apoyar estas actividades.
Un nuevo informe, titulado 'Oro en la sangre, complicidad y destrucción V', publicado por Amazon Watch y presentado esta semana en la ciudad estadounidense, advierte que el oro extraído se usa en productos electrónicos, incluidos teléfonos celulares, computadoras portátiles y de escritorio, servidores de gigantes tecnológicos y en automóviles eléctricos.
El estudio apunta que las mayores empresas de este sector, como Apple, Tesla, Samsung, Microsoft, Intel, Sony, Volkswagen, Ford y General Motors son suministradas por dos refinerías –la italiana Chimet y la brasileña Marsam– a las que investigan las autoridades brasileñas por la supuesta compra de oro ilegal extraído en los territorios indígenas.
"Empresas que tienen entre su lista de proveedores a refinerías manchadas de sangre indígena y marcadas por el tóxico mercado del oro ilegal de Brasil deben demostrar que sus cadenas de suministro están libres de este producto conflictivo", advierte el informe.
Asimismo, considera que debido a la violencia y a la destrucción que causa la minería ilegal, el oro brasileño debe pasar a ser considerado "un mineral de conflicto" en las estructuras reguladoras de los principales países importadores y exigir así "más trasparencia y fiscalización en todo el proceso de comercio, transporte y exportación".
"Las empresas líderes en tecnología, dispositivos electrónicos y autos eléctricos no deben permitir más los desastrosos y trágicos impactos de la industria del oro en la Amazonía y en sus pueblos", añade.
Según datos de la organización Mapbiomas, la deforestación de las reservas indígenas en la Amazonía brasileña por la minería ilegal aumentó más de un 205 % durante el Gobierno de Jair Bolsonaro.
Entre 2019 y 2021, la minería arrasó con 7.401 hectáreas de vegetación en tierras indígenas, una cifra que casi triplica las 2.420 hectáreas devastadas entre 2016 y 2018, tres años antes de la llegada de Bolsonaro al poder.
"Los impactos en los territorios indígenas altamente preservados de la Amazonía, en particular los de los pueblos yanomami, munduruku y kayapó, son inconmensurables, ya que los mineros salvajes recorren arroyos y lechos de ríos, causando deforestación y contaminando recursos críticos de agua dulce con sedimentos y mercurio tóxico", denuncia.
Uno de sus principales es la puesta en marcha de un mecanismo de financiación directo –sin intervención gubernamental– para los pueblos tradicionales para apoyar la conservación de la biodiversidad en sus territorios.
Los líderes indígenas se manifestaron el martes en Nueva York coincidiendo con el discurso de Bolsonaro en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
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