Científicos chinos han resuelto el misterio de la desaparición de los antiguos protocontinentes de la Tierra, según explican en una investigación publicada por la revista científica 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
Investigadores de la Universidad de Ciencias de la Tierra, ubicada en Wuhan (China), han creado un modelo informático basado en investigaciones anteriores para tratar de averiguar qué pasó con las primeras masas continentales de la Tierra y por qué no quedan rocas de ellas.
Las pruebas científicas sugieren que la Tierra se formó aproximadamente hace 4.000 de millones de años. En los primeros mil millones y medio aparecieron los océanos, la atmósfera y los protocontinentes, aunque apenas hay material de este periodo, solo rocas de menos de 3.800 millones de años.
Se han encontrado cristales de circón, minerales extremadamente duros que los geólogos llaman "cápsulas del tiempo", que datan de entre 4.000 y 4.400 millones de años. Y aunque los científicos utilizan la composición química de los circones para tratar de entender lo que ocurrió en la Tierra en una etapa temprana de la evolución, esto no es suficiente.
Por ello, los científicos chinos recurrieron a los modelos informáticos, que han revelado que el flujo de calor interno de la Tierra antes del comienzo de la era Arcaica
era varias veces mayor que el actual, de tal forma que los inestables primeros continentes se separaban, fundiéndose en parte y hundiéndose de nuevo en el manto.
Poco a poco, bajo los protocontinentes se formaron las "raíces" de los futuros cratones, formados por bloques de corteza parcialmente hundidos y sumergidos en el manto enfriado y deshidratado, de 35 a 45 kilómetros de espesor. Su disposición es muy compleja en comparación con la litosfera habitual.
Según los científicos chinos, se necesitaron unos mil millones de años para que los cratones se endurecieran y se formara sobre ellos una corteza continental normal. Finalmente se llegó a la conclusión de que la antigua corteza y los protocontinentes se hundieron en el manto y se reconvirtieron allí en macizos de granito, los cimientos de los continentes modernos.