Después de más de tres años sin casos de cólera en Haití, las autoridades nacionales han notificado que en los últimos días se han registrado ocho fallecimientos por esta enfermedad.
La preocupación es máxima en un país, de 11,4 millones de personas, que sufrió a partir de 2010 un brote epidémico de cólera que dejó más de 10.000 muertos y casi 800.000 personas afectadas. El último caso que se había reportado con anterioridad databa de 2019.
Las nuevas muertes reportadas por esta enfermedad han sucedido en Dekayet, una comunidad al sur de la capital, Puerto Príncipe, y en Cité Soleil, una población costera donde sus habitantes viven en condiciones insalubres.
Esta enfermedad se manifiesta por episodios severos de diarrea y deshidratación, que pueden resultar mortales. Su mayor transmisión se da a través del agua y la comida contaminadas con la bacteria de esta enfermedad.
Este domingo la ONU emitió un comunicado en el que indicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra trabajando junto con las autoridades de salud pública de Haití para la caracterización y apoyo a la respuesta de este evento.
La organización internacional señala dos de los principales problemas a los que se enfrenta el país caribeño. Por un lado, la violencia de las pandillas, que dificulta el acceso a las zonas afectadas y el traslado de las muestras desde los centros de salud a los laboratorios de referencia.
Por otro lado, la crisis de seguridad hace que la población de estas áreas pueda tener un acceso muy limitado al agua potable y a los servicios de salud.
Protestas y falta de combustible
El inicio de este brote se produce en un momento en que las protestas están dificultando la disponibilidad de los servicios básicos en todo el país.
Además, la pandilla más activa controla la entrada a la principal terminal de combustible de Puerto Príncipe, lo que ha producido aún mayores problemas para las comunicaciones, alza de precioso y carencia de productos básicos, como el agua.
En estas circunstancias los camiones de agua no han podido trasladarse hasta vecindarios donde sus habitantes no pueden costearse el agua potable y algunas compañías han suspendido temporalmente sus operaciones.
Asimismo, también ha sido imposible la visita de personal sanitario a las áreas donde se han registrado casos de cólera por la falta de combustible y el bloqueo de las vías.
Ocho meses de celebración
El pasado 4 de febrero Haití celebraba tres años consecutivos sin la detección de ningún caso de cólera. Los nuevos casos llegan después de ese periodo, el designado por el Global Task Force on Cholera Control (GTFCC) –un grupo de trabajo mundial en el que participan ONG, instituciones académicas y agencias de la ONU, entre otras–, para certificar la erradicación de esta enfermedad en un país.
Durante la espera de ese certificado de eliminación, este sábado el Ministerio de Salud Pública y Población confirmó la detección del primer caso en Dekayet y de otros sospechosos en Cité Soleil.
En la nota el Ministerio recordó las medidas de higiene recomendadas para evitar el contagio: el lavado de manos, el consumo de agua potable, la protección de los alimentos y el uso de letrinas para defecar.
La celebración en Haití solo ha durado ocho meses y su fin llega una semana después de que la OMS diera la voz de alarma sobre un rebrote del cólera en el mundo. Durante los primeros nueve meses de este 2022, 26 países reportaron epidemias de esta enfermedad.
En el caso de Haití el aumento de las enfermedades infecciosas no sorprende, en un país donde es difícil el acceso al agua potable, hay conflictividad sociopolítica, problemas para acudir a los centros de salud y obstáculos para que los especialistas se trasladen para investigar la epidemia.
Además, la escasez de combustible no solo imposibilita los traslados, sino que impide el normal funcionamiento de los hospitales y la provisión de agua segura a los hogares.
Ahora la posibilidad de detener esta epidemia se centra en que las autoridades haitianas sean capaces de desarrollar una campaña de comunicación eficaz, desinfectar los pozos contaminados, facilitar a la población productos clorados y llevar a cabo una campaña de vacunación en las zonas más afectadas.
Toda la atención se centra en conseguir evitar revivir la experiencia de 2010.